El Kanamara Matsuri, o Festival del Falo de Metal, se celebra en primavera. Aunque la fecha exacta varía, se celebra el primer domingo del mes de abril en varias ciudades de Japón, siendo las más tradicionales las de Kawasiraki y la de Komaki, donde esta última parte del santuario Tagata. Como el protagonista de este festival es el pene, se trata de una fiesta que cada año atrae a una gran cantidad de curiosos turistas occidentales. Sin embargo, no hay nada realmente «no tolerado» en esta celebración, al punto que es muy normal ver a familias con niños pequeños en el desfile o entre los puestos.
En los citados puestos podemos comprar golosinas, amuletos o recuerdos (todos ellos con forma de pene), e incluso los ya conocidos pollofres, que se han hecho tan populares en los últimos años, gofres dulces con forma de pene rellenos de distintos sabores. Si bien su consumo en occidente es relativamente reciente, en Japón llevaban muchos años siendo consumidos por personas de cualquier edad. La compra de estos dulces y recuerdos se hace con el propósito de atraer la buena suerte, tanto en el terreno afectivo-sexual, donde muchos jóvenes piden encontrar el amor o tener un matrimonio feliz; o en el económico, pues se considera que la fecundidad del Falo de Metal alcanza a todos los ámbitos de la vida, ya sean negocios, creatividad, larga vida y hasta tener niños guapos.La fiesta se compone de una procesión de hombres que llevan un enorme pene de metal o de madera, ricamente tallada hasta el templo, donde será adorado, cubierto de flores y otras ofrendas. El trayecto está abierto a todo tipo de público, no así la preparación previa y adoración posterior, que serán reservadas a los participantes de la ceremonia. Estos son hombres de 42 años de edad, número que se considera de mala suerte en Japón. Estos llevan el mikoshi, o altar móvil, con el fin de contrarrestar cualquier posible desgracia por su edad.
En los puestos y
en la antesala del templo, así como durante toda la procesión, se reparte sake
gratis a todo el que lo desee. Una vez el falo ya en el templo, se pueden adquirir tablitas de buena fortuna, de peticiones
específicas o amuletos, muy similares a los de la festividad del Año Nuevo.
Manteniéndose fieles a su espíritu original, gran parte del dinero recaudado en
el festival va destinado a la financiación de la investigación de la lucha
contra el virus del SIDA y otras enfermedades sexuales.
Según la tradición, el Kanamara Matsuri tiene su origen en esta leyenda. Lo cierto es que, desde hace mucho tiempo, trabajadores del sexo de todo género han acudido a este festival para pedir protección contra las enfermedades de transmisión sexual o los embarazos no deseados, aunque en las últimas décadas se ha popularizado como festival de fertilidad y prosperidad.Cuenta la leyenda que, en cierta y muy antigua ocasión, una bella joven estaba a punto de contraer matrimonio. Quiso la casualidad que un demonio la viese vestida de novia cuando le probaban el kimono de bodas, y la encontró tan hermosa que en el acto se enamoró perdidamente de ella. Cuando supo que iba a casarse con un mortal, el demonio se volvió loco de celos, juró que nadie la poseería y, a tal fin, se escondió dentro de su vagina. La doncella ni cuenta se dio.
Cuando llegó la noche de bodas y el esposo penetró a la novia, el demonio castró al hombre de un mordisco y lo mató. La infeliz joven, que ignoraba que tenía un visitante en su interior, aceptó una segunda boda poco después con un pariente de su primer esposo. Huelga decir que el segundo novio corrió la misma suerte que el primero. Viuda por segunda vez, la joven consultó a los monjes del templo, quienes le dijeron que sin duda tenía una presencia maligna en su interior que había que erradicar. Viendo que el demonio cercenaba a los hombres a bocados, lo mejor era que usase un falo de metal para engañarlo.
Dicho y hecho, la joven encargó al herrero la herramienta que necesitaba. Cuando la usó aquella noche, se oyó un terrible crujido que hizo temblar el metal, seguido de gritos de lamento. El demonio se había roto los dientes. Desdentado, burlado, huyó, y al fin la joven pudo disponer de su cuerpo en paz.
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