El cine, vehículo de ideas. Lo queramos o no, las ideas de
la sociedad, la época y mucho más las del propio cineasta se reflejan en las
producciones, ninguna hay completamente neutral (y mejor, porque, ¡qué anodinas
e insulsas serían entonces!). Claro que esto a veces ocasiona que ciertas
obras, al morir las ideas que reflejan, queden obsoletas y aún ridículas. El
sabor del té verde con arroz podría haber sido una historia agridulce acerca
del amor y la vida en pareja, aunque en su lugar se queda en un alegato machista
de cómo deseaba el hombre japonés que fuese su mujercita. Durante algún tiempo
circularon por internet unas láminas con el “Manual de la buena esposa”, un panfleto
más rancio que las novelas del Coyote en las que aparecían consejos del calibre
de “no le hables de tus problemas, los suyos son más importantes” o “no se te ocurra
decirle nada si llega tarde, porque vive en un mundo de compromisos y tú no
eres quién para juzgarlos”. Bueno, pues más o menos eso es lo que encontramos
en la cinta de hoy, si bien visto desde el lado contrario, como si nos
quisieran enseñar todo lo que no debe hacerse.
Taeko es una mujer casada con un hombre de buena posición, Mokichi,
a través de un matrimonio concertado. El hombre, ahora un importante ejecutivo
de una gran empresa, fue criado en el campo con sencillez, mientras que ella siempre
ha sido de familia rica. Taeko, igual que otras mujeres de su círculo social,
no ama a su marido, habla de él con indiferencia cuando no con abierto desdén y
le miente con frecuencia para salir de escapada con sus amigas (que se van a un
onsen, eh, no creáis que se desmelenan ni que tienen amantes; su horrible
pecado marital es tener un día o dos con sus amigas). Por su parte, Mokichi es
un pobrecito mártir que se desloma trabajando para que a su mujer no le falte
nunca de nada y que, cuando llega a su casa, ni siquiera tienen una palabra
amable para él, sino que es la pobre criada la que se digna conversar con él
mientras su cruel esposa, ¡oh, la pérfida!, está por ahí en el teatro kabuki o
paseando con su sobrina. No sé cómo no se le cae la cara de vergüenza, ¿verdad?
Ironías aparte, la idea básica de la cinta que no es otra
que la soledad de dos personas pese a vivir juntas, el orgullo y la falta de
comunicación, son buenas. La película en sí es tierna, deja buena sensación… si
uno se abstrae del machismo que rezuma pero que, vamos a admitir, era lo
corriente en aquella época, tampoco se le pueden pedir peras al olmo.
Nos encontramos en un Japón de posguerra, ya avanzada la
recuperación económica, en la que el país del Sol Naciente gozaba de los
inicios de la prosperidad que le caracterizaría durante al menos tres décadas.
Japón se occidentalizaba, Taeko y sus amigas ven cine europeo, se interesan por
otras culturas, vemos que la mujer tiene en su cuarto muebles occidentales,
mientras que en el resto de la casa -territorio de su marido- impera la decoración
nipona. Nos encontramos en el choque de dos culturas y dos épocas. El Japón
clásico, imperial que se resistía a morir, y el Japón moderno que pugnaba por
nacer. Al igual que sucedía en otras partes del mundo, los roles de hombres y
mujeres estaban cambiando, pero mientras que en gran parte de Occidente la
mujer pedía llegar a la universidad y tener puestos de mando en las empresas,
en Japón pedían poder elegir al hombre con quien iban a compartir toda su vida,
en lugar de agachar la cabeza frente al matrimonio concertado que sus padres
elegirían para ellas en función del dinero o los títulos que el marido pudiera
aportar a la familia, con independencia de que a ellas les gustase o no.
Taeko ve esto a través de su sobrina, a quien sus padres le
imponen un marido que la joven rechaza incluso conocer. La mujer exige de su
sobrina que se comporte como una adulta, y ella le echa en cara que no es quien
para pedirle tal cosa, cuando su tía es la primera que se comporta como una niña
caprichosa, haciéndole constantes desplantes a su marido que jamás le pide nada
ni le levanta la voz, ni mantiene concubinas como los maridos de otras porque,
claro, si la legítima no les da cariño, pues los pobrecitos tienen que pagarlo
fuera. Una vez más, si nos quitaran esa moralina machista, la cinta sería más
amigable.
El sabor del té verde con arroz es una película pausada, de
actuaciones muy comedidas, tal como era común en la época y en los personajes
que retrata. Sólo los actores más jóvenes se salen un poquito de la rigidez;
tanto Taeko como Mokichi son absolutamente hieráticos. A pesar de ello, son
capaces de expresar su tristeza, su desdén o su alegría sólo con la intensidad
de sus miradas. Una película que puede resultar grotesca vista hoy día debido a
sus valores caducos, y que aún así, no es posible denostarla por completo.
Cinefiliabilidad 8, lo que significa que es en blanco y negro, se hace lenta y
pesada, no es para nada entretenida, pero aún así, vale la pena verla para
apreciar el trabajo de actores y director.
FICHA TÉCNICA:
DIRECTOR: YASUJIRO OZU.
NACIONALIDAD: JAPONESA.
GÉNERO: DRAMA SOCIAL.
DURACIÓN: 120 MINUTOS
BLANCO Y NEGRO.
DISPONIBLE EN FILMÍN.
VERSIÓN ORIGINAL CON SUBTÍTULOS EN CASTELLANO.
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