DONDE HAY UNA NECESIDAD, HAY UNA IDEA.
Entre mis recuerdos felices se halla el de una calurosa
tarde de verano en la que un amigo -ya me entendéis- y yo nos metimos en un
cine. Eran las cuatro de la tarde, la sala estaba completamente desierta y
proyectaban «Desmadre
de padre»,
de Adam Sandler. Nunca lo he pasado mejor ante una peli de ese hombre, pero eso
sÃ: no me preguntéis nada acerca de la pelÃcula, creo que no vi ni un minuto de
ella. Cuando la fuerza de la pasión o, más humanamente, las ganas de sexo te
arrastran en su locura pero no tienes casa propia, tus padres y los suyos están
en casa y ni siquiera tienes coche, a alguna solución de emergencia tienes que
recurrir. En Japón, donde para esas cositas -y para muchas otras- nos llevan
una gran ventaja, dieron con una solución mucho más práctica -además de cómoda-
que las butacas de un cine. Los Love
Hotels u hoteles del amor.
¿Cómo nacieron los hoteles del amor?
Para empezar, aunque gracias al manga lo sepamos todos, diremos
que un Love Hotel u hotel del amor es
un establecimiento de habitaciones para alquilar que se toman por horas en
lugar de por dÃas o por noches completas, cuyo uso está destinado a pasar un
rato de intimidad con tu pareja en un ambiente cómodo y discreto, sin peligro
de que te oigan los vecinos o familiares. Es lo que vulgarmente se ha llamado
«picadero», pero bastante más bonito y limpio.
Aunque los Love Hotel
parecen algo muy reciente, en realidad se trata de una idea que viene de
antiguo. Ya en el perÃodo Edo (1603-1868) surgieron los primeros
establecimientos de este tipo, cómo no, en los mundos flotantes. Si bien en los
prostÃbulos existÃan habitaciones, estas no satisfacÃan todas las necesidades,
puesto que solo se podÃan usar con las trabajadoras del local (hombre, vamos a
reconocer que está feo ir a un restaurante y llevarse la tartera de casa), amén
de que las chicas que trabajaban allà tenÃan que dar buena parte de sus
ganancias a la dueña de la casa. ¿Qué hacÃan entonces cuando se trataba de una
relación que realmente querÃan mantener y por la que no deseaban pagar ese
chuleo, con perdón? Pues hacÃan lo mismo que hacÃan las chicas que querÃan
quedar con su novio a escondidas de sus padres, o con el amante a espaldas del
marido: usar las otebiki-chaya o deai-chaya, literalmente «casa
de té de encuentros». Durante varios siglos, estos lugares fueron el sitio
idóneo para el desahogo casual. Hasta que la Segunda Guerra Mundial dejó el
paÃs en ruinas y este tipo de negocios desaparecieron en pro también de la
nueva moralidad con la ley anti-prostitución que serÃa aceptada en 1956. Sin
embargo, como los apetitos carnales reclaman con fuerza su satisfacción, se
recurrió a otra solución: el alquiler de tapadillo.
Las familias que tenÃan una habitación libre de la que disponer
pasaron a alquilarla en secreto por horas, para que las parejas dispusieran de
sitio en el que dar rienda suelta a su cariño. Como en aquel entonces (y aún
ahora) era muy común que hubiera varias generaciones o hasta varias familias
compartiendo techo, eso de la privacidad era un lujo, de modo que cuando
alguien ofrecÃa una habitación por horas, la noticia corrÃa rápidamente de boca
en boca y proporcionaba alivio a las parejas, a la par que una discreta
ganancia a los dueños de aquella. Este fenómeno también fue relativamente común
en la España de posguerra, como podemos ver en obras como La Colmena, de Camilo José Cela. En un paÃs donde la escasez y los
infladÃsimos precios de la vivienda hacÃan que el realquiler fuese la opción más
asequible y aún única para muchas parejas, habÃa familias que, en lugar de
realquilar una habitación de modo permanente, lo hacÃan por horas para que
acudieran allà las parejas, algo que era una indecencia increÃble, pero que
permitÃa un precio asequible para los interesados y proporcionalmente más
elevado para el beneficiario, que además contaba con la ventaja adicional de no
tener que guisar ni limpiar para otros, aguantar a extraños en tu salón y
reducÃa considerablemente la posibilidad de que te pescaran, porque recordemos
que el realquiler era ilegal.
Tanto en España como en Japón, como en cualquier sitio que conozca
los alquileres por horas, sabe que estos no solo se usan para parejas con más
abundancia de pasión que de sonante, sino también para amparar infidelidades y
aún prostitución. AsÃ, una vez proclamada en Japón la ley que prohibÃa esta
última actividad, el alquiler por horas se volvió sumamente lucrativo, porque
ofrecÃa una opción discreta en la que llevar a cambio el intercambio,
protegiendo a cliente y trabajador del escándalo y las consecuencias legales.
Naturalmente, no tardaron en aparecer los primeros locales
dedicados en exclusiva al alquiler por horas. El término Love Hotel se acuñó en
1970, cuando abrió sus puertas un establecimiento llamado Hotel Love, en cuya
azotea brillaban sendos letreros giratorios: Love y Hotel. Del orden
equivocado de ambos términos surgió el nombre que se darÃa para siempre a estos
negocios.
¿Cómo es un Love Hotel hoy?
Cuando nacieron, este tipo de establecimientos se encontraban en
las afueras de las ciudades, en los llamados «barrios rojos» donde se
encontraban las viviendas más mÃseras, las tabernas de peor tipo y los burdeles
con prostitutas trabajando a pie de calle. No obstante, las ciudades comenzaron
a crecer de tal modo que absorbieron estos barrios. Igual que viviendas,
servicios y calles pasaron por un proceso de modernización y mejora, también
los hoteles del amor se beneficiaron de un proceso de renovación, a fin de
buscar un público más amplio, sin excluir a las prostitutas, pero llamando a
las madres de familia y aún a sus hijas mayores, a base de ofrecer no sólo un
futón, sino toda una experiencia de erotismo.
A fin de garantizar la privacidad y evitar sensaciones de
vergüencita innecesaria para nadie, los hoteles del amor usan un sistema de check-in completamente interactivo, de
modo que no precisas ver a nadie para alquilar una habitación. Sencillamente,
entras en uno (o en su web o app), y encontrarás una pantalla en la que
aparecerán las diferentes suites; las disponibles se hallarán iluminadas en la
pantalla, las ocupadas estarán sombreadas. Solo tienes que pulsar la que te
guste, elegir el tiempo que permanecerás y pagar como en una máquina
cualquiera, con billetes en una ranura o con tarjeta en otra.
La fracción de tiempo más común es de tres horas, pero también
puedes usarla durante más tiempo o hasta durante toda la noche, siempre pagando
más, claro. Con el pago deberás tener siempre en cuenta que los impuestos no
están incluidos, de modo que tendrás que
sumar el diez por ciento al precio que veas en pantalla. Igualmente, cualquier
extra que solicites, como bebida, comida, deberás pagarlo aparte. Eso sÃ, si te
quedas toda la noche, es fácil que te inviten al desayuno a modo de cortesÃa.
Hoy dÃa, en la habitación de un hotel del amor encontramos desde
máquinas de karaoke o videojuegos hasta cruces de BDSM, correas o columpios
eróticos, pasando por amplias bañeras-jacuzzi, espejos en el techo o hasta una
piscina dentro de la habitación. Sin olvidar, por supuestos, la cama (con forma
de corazón, redondas, de agua… las posibilidades son muy numerosas, depende de
tu gusto y tu bolsillo), y los sofás eróticos, donde podrás practicas las
páginas del Kamasutra que más te apetezcan. Todo ello en un amplio cuarto con
iluminación de todo tipo, diversos ambientes (mazmorras, cárceles, habitaciones
clásicas, vintage, épocas históricas como la Roma clásica… o hasta una playa),
y, cómo no, insonorizadas. Se trata de que puedas soltarte el pelo a tu gusto,
sin miedo de que mañana te encuentres al vecino en la escalera y te guiñe un
ojo. Si tienes alguna reticencia acerca de la sanidad de estos lugares, sólo
recordarte que estás en Japón: todo está limpÃsimo, desinfectado y el hotel
pone a tu disposición un juego de albornoz y zapatillas que puedes quedarte
porque, de no hacerlo, los destruirán después de tu marcha.
¿Gozan de buena salud los hoteles del amor?
La respuesta corta es sÃ, porque han sabido adaptar su negocio a
un público muy amplio, no solo a la prostitución. Los hoteles del amor cumplen
la doble función de ofrecer intimidad y diversión, novedad en el sexo. De
manera que sirven por igual a la pareja que sólo tiene trabajos temporales y no
tiene posibilidad de tener de momento una vivienda propia, como a los amantes
cuyos esposos están en casa, como a la relación casual de una noche, como a la
pareja que lleva ya años casada y necesita darle un empujoncito a su pasión. De
ese modo, encontramos habitaciones para todos los gustos dentro del mismo hotel
y el servicio de habitaciones no solo incluye comida o bebida, sino una extensa
carta de juguetitos eróticos. Además de ello, hay hoteles temáticos para
amantes de algo en concreto. Es muy famoso el «Christmas Love Hotel» un hotel
con ambientación navideña, en el que todo el año es 24 de diciembre, o el «Alcatraz
Love Hotel», decorado como la famosa prisión.
No obstante, precisamente porque los clientes se ven excitados con
las novedades, es preciso ofrecer siempre cosas nuevas a fin de fidelizarlos,
al punto que los hoteles del amor siempre están variando sus temáticas, dando
ofertas, promociones, servicios… y se someten a una renovación completa más o
menos cada tres años. Precisamente para fidelizar, muchos hoteles del amor han
creado tarjetas o programas de puntos: por cada visita, se acumulan puntos que
son canjeables por productos, servicios o hasta noches completas. Con el mismo
fin, muchos hoteles alquilan no solo habitaciones, sino también taquillas
privadas. ¿Para qué sirven? Muy fácil: si compras un juguete erótico que te da
miedo tener en casa o que directamente no lo puedes tener, siempre puedes
guardarlo en tu taquilla privada y usarlo cuando visites el hotel. De esa
manera, el hotel se asegura que siempre querrás usar su establecimiento para
poder usar tus juguetes, o tu lencerÃa, o ese disfraz…
Los hoteles del amor son un sitio magnÃfico para darse un homenaje con tu pareja -o más personas, por qué no- en un ambiente lujoso, pensado para el sexo y muy discreto.
Fuentes
https://www.nippon.com/es/views/b02701/
https://japonismo.com/blog/love-hotels-en-japon#Los_love_hotel_en_la_actualidad
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