Cuando me hablaron de esta película y me dijeron que era mala, sonreí. El cine barato y malo suele ser precisamente el que me gusta, porque es frecuente que esté hecho con amor, con ilusión, con ganas… suele tener muchas cosas aprovechables aunque sólo sea las risas que involuntariamente provoca o la inadvertida belleza de muebles y decorados hechos de un modo mucho más artesanal que el actual. Vale, pues me equivocaba. La cinta que hoy nos ocupa no es mala, es PÉSIMA. Pérfida, detestable, execrable, odiosa. Plan 9 del espacio exterior ostenta el título de «Peor película de la Historia», porque la presente no la ha visto suficiente gente como para protestar. Aguantar delante de ella más de media hora es una tarea titánica.
Para
empezar, aparecen unos tíos dando guantazos al aire (todo el mundo se cae, pero
nunca le aciertan a nada; debe ser que desplazan el aire con tanta fuerza que
crean una ola, un choque de energía que derrota a los contrarios. Digo yo…) sin
que nadie nos explique qué pasa. Secuestran a un tío, tampoco sabemos por qué ni quién es,
y después aparece el protagonista, el agente 00 (Weng-Weng) que, con sus 83
centímetros de estatura, es un genio en artes marciales y un seductor de primera. El agente se da cuenta
de que una mujer muy guapa está siendo encañonada y la salva en el último momento
del francotirador. Eso crea un vínculo entre ellos y la joven le confiesa que
conoció a una banda que se dedicaba a secuestrar y prostituir mujeres y que
como a ella «no
le interesó»
(textual, LO JURO. Claro que sí, rica, porque todo el mundo sabe que los proxenetas te llaman al teléfono diciendo que tienen para ti una oferta de trabajo espectacular y basta contestar que no te interesa, como si te ofrecieran un Iphone por cambiar de compañía), pues claro, la persiguen para darle
matarile por no dejarse. Más tarde resulta que el tipo secuestrado es inventor
de una bomba atómica que iba a ceder al gobierno malayo y quienes le han
secuestrado quieren la bomba para ellos solos. Pero ahí no acaba la cosa, que
también hay mafia y traficantes de droga que pasan las bolsas de cocaína escondidas
en panes de molde. Vamos, que llegó el guionista y dijo «tengo tantas buenas ideas que
no sé cuál escoger… ¡pues las uso todas!»
Coherencia narrativa, ya os prevengo que la cinta no tiene demasiada. Pies y cabeza, casi que tampoco. Y se supone que es una comedia, pero eso de la gracia… que tampoco se la encontré, ya veis.
Sólo
hay algo peor que un drama que cae accidentalmente en el ridículo hasta
provocar la risa: una comedia tan forzada que no produce la menor sonrisa. Se
supone que la gracia radicaba en dos bazas: primero de todo en un agente
secreto cuya estatura era radicalmente contraria a la de los galanes de
Hollywood que acostumbrábamos a ver. Y ya. La única gracia que tiene el actor
es que es bajito y vence a los más altos a base de patearles las rodillas, por
lo demás el hombre tenía la misma expresividad que un queso de gruyere, que por
lo menos finge abrir la boca. El segundo peso de la comicidad caía en unos
malos muy torpes con frases del tipo «no sé jefe, es un misterio muy
misterioso»,
pero como también eran igual de torpes en la actuación, pues lo único que
consiguen arrancar del espectador es algún que otro bostezo.
Siempre
digo que el humor es tan personal como la ropa interior: tienes que usar la que
se adapte a ti, cualquier intento de usar una que no te sea cómoda, sólo producirá
irritación. Soy consciente de que en los años ochenta, cuando se rodó esta
cinta, las cosas no eran como ahora, que el actor cobró su buena pasta y tuvo
fama gracias a esta a otras películas similares… pero a mí, todo lo que sea
reírse implícitamente de una persona -aunque sea el protagonista, aunque salga
ganando-, reírse de un defecto físico como es el enanismo, a mí no me hace la
menor gracia. Y podría pasarlo por alto (al fin y al cabo, Weng-Weng actuaba
voluntariamente) si la cinta tuviera el más pequeño gag que me hubiera hecho
sonreír, pero no lo tiene.
Weng-Weng, actor y cantante, era realmente karateka y muy bueno. Su agilidad, aunada al récord que ostentaba como el actor más pequeño del mundo, le sirvieron para aparecer en un puñado de películas en las que parodiaba a James Bond durante la década de los ochenta. En su país de origen tuvieron un moderado éxito y a España llegaron sólo a rellenar las estanterías de los videoclubs como una curiosidad de escasa importancia. Mal montadas, con actores de tercera y sin un guión que las enlazase de forma coherente, hoy día siguen teniendo renombre entre los adoradores de la Serie B. Por desgracia para su protagonista, el éxito se marchó tan rápido como vino: después de menos de una docena de películas rodadas deprisa y corriendo en un puñado de años, su fama se esfumó, se dio al alcohol y falleció de un ataque cardiaco (un mal corriente entre las personas con enanismo) a la edad de 34 años.
Particularmente,
la presente no es una cinta que vaya a recomendaros, salvo si la veis con
amigos, cerveza y cachimba; así seguro que os reís un montón, pero de por sí,
la peli tiene tirando a más bien poca gracia. Cinefiliabilidad 9, lo que
significa que es notablemente aburrida y poco atractiva en ningún aspecto.
Difícil de ver.
Título original: For your height
only.
Nacionalidad: Filipina.
Director: Eddie Nicart.
Duración: 87 minutos.
Color.
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