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Cuando el joven Seishuu Handa está exponiendo sus caligrafías en una galería, pierde la razón al escuchar que su trabajo es «muy simple». Su narcisismo y ego no toleran la crítica de un director de arte mucho más cualificado y terminará golpeando al anciano, ¡horror de los horrores!

De inmediato es señalado como alguien sin respeto, bastante malo hubiera sido un empujón, pero ¿piñazo a un hombre mayor, con bastón, un calígrafo profesional, una eminencia en lo suyo? Humillado, resentido y poco arrepentido, Seishuu será llevado por su padre a las islas Gotō, donde deberá encontrar su propio estilo de escritura y cambiar sus hábitos de toda la vida.

Alejado de Tokio, se enfrentará a la vida rural, totalmente novedosa para él, y lo simple será la llave para poder ir hallando su sentido con el pincel y la tinta. La gente que pulula en el poblado es amable, y el exceso de confianza le parecerá irritante en sus comienzos, aunque su ineptitud en varios campos hará que deba hacer amistades. También el orgullo es algo a mejorar, porque no siempre se puede salir campeón en todo, con lo cual la depresión es un factor que tiene que terminar.

Entre los vecinos de varias edades destaca la pequeña Naru, una chiquilla que tiene predilección por él y lo toma como un hermano mayor, causándole bastantes destrozos en su rutina tan ordenada. Esta desconexión hará maravillas a la larga, un poco por las nuevas formas de ver cada minuto, la apacible vida, el despertar sin presiones, y por otro lado con el lío de los personajes que toman su casa para estudiar o jugar, un lugar idílico para hablar con el sensei, apodo cariñoso con el que es llamado.

Al conocerse casi todos en la región, la llegada de alguien famoso a pesar de su corta edad es para celebrar, lo que le impide estar en soledad mucho tiempo para siquiera reflexionar. Que desee descansar para que Naru caiga con sus colegas de escuela se convertirá en una situación recurrente. Cada día es una aventura, y una oportunidad para mejorar sus líneas, poniendo el alma en el pincel. 

¿Has intentado siquiera escalar el muro de la mediocridad? 

Reseña Barakamon


La caligrafía japonesa, apodada shodō (método de escritura), se basa en tener un estilo personal, con técnica y agregando adultez a los trazos. Hay que decir que existen ciertos patrones que deben respetarse y que iremos viendo a lo largo de los episodios, un claro ejemplo es que no pueden pasar dos veces las rectas en un mismo lugar, por lo que los errores son habituales. Así, la práctica hace al maestro, veremos múltiples intentos en borradores antes de estar seguro y plasmarlo en el lienzo principal.

En la actualidad, existen múltiples técnicas de caligrafía: estilo exagerado y audaz (reisho), informal (sōsho), literalmente como «escritura hierba» por dar la sensación de ver un arbusto movido por el viento, uno de los más complejos para dominar.

También están el más común, el estándar (kaisho) con recta precisión que no da tanta libertad al autor, pero que resulta legible con notable facilidad. Hay caligrafistas que nunca varían su forma de dibujar y otros que siempre pretenden seguir aprendiendo, al ser un arte no se toma con soltura (mucho menos en una sociedad como la nipona) y no es descabellado que pasen horas en sus estudios para lograr mejor fluidez.

Practicada en sus inicios por monjes budistas, se dice que debe despejarse de cualquier duda y escribir con el corazón, es en caligrafía donde la simpleza muestra la emoción del pintor, por eso caracteres livianos pueden influir más a favor que trabajadísimas rayas y signos.

Con doce episodios recorremos la evolución del protagonista, sus anhelos y la esperada redención, serie tranquila de los habituales en un slice of life para disfrutar y ver los tropiezos de Handa.

Básicamente es un autoaprendizaje para redescubrir valores, la sencillez de Naru pone al maestro de la escritura en más de un tropiezo ¿cómo alguien de tan corta edad puede cambiar la esencia de uno mismo? Las amistades que va forjando y la calidez de los mayores rompen la coraza, porque si bien es enojón y bastante impulsivo, Seishuu solo quiere tranquilidad y detectar en qué falla para poder remediar su oficio.

Basado en el manga escrito e ilustrado por Satsuki Yoshino, oriunda de la ciudad de Gotō en la prefectura de Nagasaki, su obra se compiló en 18 tomos recopilatorios donde la comedia nunca falta, incluso en los tramos finales. Barakamon significa persona tranquila, totalmente lo opuesto al personaje principal, con sus manías, caprichos y una mente que no soporta las críticas. Así vamos viendo cómo madura y el progreso en su trabajo. 

¿Acaso no hace falta un rival para que una persona mejore? 

Reseña Barakamon

Handa es interpretado por Daisuke Ono, Erwin en Ataque a los Titanes, Sebastian Michaelis en Black Butler y Koizumi en The Melancholy of Haruhi Suzumiya.

A su vez, Naru posee las cuerdas vocales de Suzuko Hara, una seiyū de corta edad que tenía nueve años cuando dobló a la niña revoltosa. Puso su voz para Leonora en el videojuego Granblue Fantasy.

En resumen: Capítulos para poder disfrutar las peripecias que trascurren en una isla, con las fiestas, trabajos y vivencias de los lugareños. La tranquilidad hace que el optimismo sea el pan diario, la toma de los paisajes es para disfrutar. ¡Nos vemos en otro número!