Hablar sobre la guerra en Japón sigue siendo un asunto espinoso, aún
después de más de tres cuartos siglo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Las narrativas internas oficiales del Japón contemporáneo siguen coqueteando
peligrosamente con el negacionismo histórico, sin contemplaciones por las
fricciones con sus vecinos y sus heridas que no están frescas, pero tampoco
acaban de cicatrizar. Es por esto que «Shōwa:
A History of Japan» es un título valiente y necesario que narra sin pelos
en la lengua y en clave personal los eventos que desembocaron en el episodio
más negro de la historia reciente japonesa y su evolución histórica hasta bien
entrada la era contemporánea.
El título alude precisamente al nombre de esa era convulsa y llena de vertiginosos cambios. En Japón, además de seguir el Calendario Gregoriano, también denominan los años y eras en función de cada emperador, por lo que la era Showa corresponde al reinado del Emperador Hirohito (llamado Emperador Showa) entre los años 1926 y 1989, los cuales corresponden con el año 1 y 63 de la era Showa, respectivamente. En el caso de la obra que nos ocupa, el manga fue recopilado en 4 volúmenes divididos por años: 1926-1939, 1939-1944, 1944-1953 y 1953-1989. Fue galardonado domésticamente con el Premio Kodansha en 1989 y en Estados Unidos con el prestigioso Premio Eisner en a la mejor edición de un título extranjero 2015 y 2016.
Al fin y al cabo, toda guerra suele ser de una u otra forma la consecuencia de una serie de veleidades onanistas de una élite militar y/o gubernamental que solo se mete en ello porque no son los suyos sino los más desgraciados de la sociedad quienes pagan los platos rotos. Bien que lo sabía Shigeru Mizuki (1922-2015), quien tuvo que experimentar esta verdad en sus propias carnes como un joven recluta del
ejército japonés, que todavía pudo darse con un canto en los dientes, habiendo perdido solo un brazo además de su inocencia, no así su profunda humanidad y optimismo.
Mizuki intercala la secuencia de eventos
históricos con las vivencias propias desde su más tierna infancia, hilvanando
lo macro y lo micro para darnos una visión global. Las secuencias históricas
están dibujadas con un estilo realista y documental, mientras que los relatos
personales se muestran con el estilo gráfico al que Mizuki nos tiene
acostumbrados. Algunas críticas a este título vienen precisamente por esta
elección estilística, generalmente a partir de lectores que o no están
familiarizados o no entienden la obra de Mizuki en su contexto. La truculencia política
es un telón de fondo para la importancia real de «Showa», que es entender de
qué forma el japonés común vivía esos tiempos. El ciudadano de a pie, el
currela que tenía que buscarse la vida, la ama de casa que tenía que
apañárselas con lo poco que encontraba o los niños que hacían su vida sin
entender muy bien del todo qué era lo que estaba pasando a su alrededor.
Los fans de «Gegege no Kitaro» agradecerán
encontrarse una figura conocida con Nezumi-Otoko, el rufián hombre rata que
hace de la picaresca una forma de vida y que en Showa nos hace las veces de
narrador. Probablemente, una de las figuras más apropiadas del universo de
Mizuki para relatar y darle sentido a ese caos humano que no necesitaba de lo
sobrenatural para adentrarse en el horror y el sinvivir de esos tiempos
convulsos.
La perspectiva en primera persona del autor a
través de sus horribles experiencias como soldado de infantería en Papua Nueva
Guinea son un necesario jarro de agua fría para que las nuevas generaciones no
olviden ni frivolicen lo que significa estar en guerra. Mizuki presenta de
forma magistral, en toda su crudeza, absurdidad y surrealismo lo que implica
verse la cara con la parca y vivir para contarlo.
Una vez finalizada la guerra con la capitulación
japonesa, la segunda mitad del tercer volumen y del cuarto lidian con los
vertiginosos cambios sociales de un país derrotado y ocupado, que se va
transformando paulatinamente en una nación moderna y próspera, en parte gracias
al mismo país que les derrotó, poniendo de relieve la complicada relación
histórica entre Japón y los Estados Unidos y los grandes contrastes culturales
que existen en la actualidad.
Una de las cosas que llama la atención a lo largo del relato es la forma en que Mizuki exagera hasta la comicidad su incompetencia y fallos de carácter. Sabemos por su biografía y legado que hablamos de un trabajador incansable, un destacado erudito de la historia japonesa y su rico acervo de mitos populares, pero fuera de contexto y solo leyendo el manga, los lectores se quedarían con la imagen de un hombre vago, cobarde e inadaptado a quien solo la suerte le permitió mantener la cabeza sobre sus hombros. Mizuki quiere evitar a toda costa ser visto como un héroe ni la más mínima lectura que pueda glorificar lo momentos más oscuros de su vida y la de su país. Pero muy probablemente haya sido su temple inadaptado e irreverente el que le permitió mantener su cordura y no sucumbir a la histeria colectiva que arrastró a un país entero. Y que décadas después, ha servido para llevar a cabo una monumental obra que es una radiografía social de lectura obligada para cualquier entusiasta de la historia.
Ficha Técnica
Nombre Original: Komikku Shōwa-shi
Autor: Shigeru Mizuki
Género: Drama, histórico
Categoría: Seinen
Año: 1988
Nº Tomos: 4
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