Cuando leemos un libro en el que el protagonista sufre y lo pasa mal, siempre nos queda el consuelo de pensar que se trata solo de ficciĆ³n, que nunca sucediĆ³. Tal alivio no es posible cuando encaramos la lectura del ensayo de Susan Southard, es mĆ”s, la idea es que seamos conscientes del horror en toda su crudeza para que no permitamos que este jamĆ”s se repita, ya que nos enfrentamos a una composiciĆ³n de las vivencias de los hibakusha (afectados por la bomba atĆ³mica). Nagasaki.

                La autora comienza contĆ”ndonos que, en su adolescencia, pasĆ³ varios aƱos en JapĆ³n, acudiĆ³ a un instituto nipĆ³n y tuvo que enfrentarse a un cambio de cultura, de idioma… en cierta ocasiĆ³n, durante una excursiĆ³n escolar, visitĆ³ junto a sus compaƱeros un museo dedicado a la bomba atĆ³mica y a los damnificados de la misma. CuĆ”l no serĆ­a su sorpresa al descubrir que su paĆ­s de origen, Estados Unidos, habĆ­a sido el causante de aquella catĆ”strofe inenarrable, hecho del cual ella no sabĆ­a absolutamente nada. Igual que la prĆ”ctica totalidad de los jĆ³venes de su paĆ­s. Decidida a revertir la situaciĆ³n en lo que estuviera en su mano, o al menos, de demostrar asĆ­ su respeto y gratitud hacia un paĆ­s al que amaba y que con tanta amabilidad la habĆ­a acogido, tomĆ³ la decisiĆ³n de dar a conocer este hecho dentro de la frontera de los Estados Unidos, a los que -lo sabemos todos- les gusta mucho ejercer de policĆ­a del mundo, si bien tiene una conveniente tendencia a olvidar los medios que tenga que usar para repartir «libertad y democracia» cuando lo consideran preciso.               

                La bomba de Nagasaki fue lanzada el 9 de agosto de 1945, es decir, tres dĆ­as despuĆ©s de la de Hiroshima, lanzada el dĆ­a 6. Al ser la segunda ciudad bombardeada, ha tenido siempre un protagonismo inferior al de su compaƱera de desgracias, aunque su destino no fue por ello mĆ”s benĆ©volo. Southard se servirĆ” de las entrevistas que, a lo largo de una dĆ©cada, mantuvo con varios supervivientes de la bomba (adolescentes por aquĆ©l entonces, de entre 13 y 18 aƱos) para dar vida a su ensayo a travĆ©s de los terribles trances que tuvieron que pasar, y no solo el dĆ­a del ataque. Por mĆ”s que este sea el inicio de sus penurias, no serĆ” ni remotamente el Ćŗltimo. DespuĆ©s llegarĆ” la dolorosa, lentĆ­sima recuperaciĆ³n -fĆ­sica y psĆ­quica- en hospitales provisionales prĆ”cticamente arrasados y carentes de medios, asĆ­ como de toda su vida anterior, la penosa reconstrucciĆ³n e incluso el desprecio y el temor de sus propios compatriotas. En una Ć©poca en la que la investigaciĆ³n de los efectos de la radiaciĆ³n aĆŗn estaba en paƱales, no precisamente poca gente pensaba que las enfermedades derivadas de esta eran contagiosas o impedĆ­an tener niƱos sanos, de modo que los hibakusha tuvieron que sufrir en muchas ocasiones el rechazo social, laboral o sentimental solo por ser vĆ­ctimas de un bombardeo. En todos los casos surgirĆ” la misma estĆ©ril pregunta: «¿Por quĆ© a mĆ­, si yo no hice nada?»

                No obstante, no serĆ”n solo las vivencias impresionantes de los cinco protagonistas lo que hallemos en Nagasaki. Southard pasarĆ” revista a las decisiones polĆ­ticas de su paĆ­s a la hora de lanzar la bomba y aĆŗn mĆ”s tarde; al clima social e histĆ³rico de la Ć©poca y a los cuestionables comportamientos de los lĆ­deres de ambos paĆ­ses. Tanto por parte de un JapĆ³n militar e imperialista que llevaba veinte aƱos lavando el cerebro de sus habitantes, exigiĆ©ndoles su sangre para llevarles a la victoria sobre el mundo entero, ignorando su dolor ante bombardeos previos y tapando las consecuencias de estos con fĆ©rrea censura, como por parte de los Estados Unidos a la hora de lanzar un arma de destrucciĆ³n cuyo alcance ni siquiera conocĆ­an, y acallando cualquier voz contraria durante dĆ©cadas amparĆ”ndose en el ataque japonĆ©s a Pearl Harbor, haciendo creer que una ofensiva contra objetivos civiles, mujeres y niƱos… era disculpable y aĆŗn una respuesta equitativa a un ataque previo contra un objetivo militar. Southard nos demostrarĆ” el egoĆ­smo desmedido de uno y otro gobierno en un sinnĆŗmero de ocasiones, al igual que la bondad y espĆ­ritu de apoyo de la gente de a pie, tambiĆ©n de uno y otro lado.

                Ansiedad, estrĆ©s postraumĆ”tico, miseria, silencio autoimpuesto, suicidio… y tambiĆ©n resignaciĆ³n, serenidad, alegrĆ­a y esperanza. Todo eso podemos encontrar entre las pĆ”ginas de este extraordinario ensayo. Un acercamiento doloroso, pero necesario, a una de las horas mĆ”s aciagas de la historia de JapĆ³n, vista con los ojos de aquellos que lo sufrieron en sus propias carnes y decidieron no solo aprovechar la vida que tan milagrosamente habĆ­an conservado, sino tambiĆ©n clamar, usar su voz de afectados para exigir la prohibiciĆ³n absoluta de un medio de destrucciĆ³n por demĆ”s inhumano, cuyo terror no solo radica en los efectos inmediatos de muerte y destrucciĆ³n, sino en los que provoca a lo largo de las dĆ©cadas, durante toda la vida de aquellos que lo sufren. Un libro duro, pero que recomiendo al 100%.


Ficha TĆ©cnica

TĆ­tulo: Nagasaki

Autora: Susan Southard

Editorial: CapitƔn Swing

512 pƔginas, fotos en blanco y negro.