La lĆ”mpara de araƱa de mi mazmorra chirrĆa ominosamente por el peso. Subido a ella, ZombiD no deja de vigilar el suelo, mientras yo me paseo escoba en mano, buscando al enemigo. Enemigo que me da tanto asco como a Ć©l, pero al que sĆ³lo yo puedo enfrentarme. Con cuidado, voy metiendo la escoba bajo el escritorio, las sillas, las estanterĆas... y miro las cerdas despuĆ©s. De momento, nada.
—Nena... la alfombra, mira, ¡ahĆ! —hay verdadero miedo en su voz. Corro a la alfombra y, en efecto, una de las calaveras bordadas parece agitarse. Sin miramientos, alzo la escoba, la dejo caer con todas mis fuerzas y restriego despuĆ©s. D cierra los ojos mientras contiene una arcada.
—EstĆ” muerto —anuncio, aliviada. El gusano de la fruta, la horrible bestia que podrĆa haberse introducido en mi novio y hacerle daƱo, estĆ” convertido en pulpa blanquecina entre las cerdas de la escoba—. Espera, no bajes hasta que desinfecte esto.
ZombiD asiente y me mira con verdadero cariƱo mientras yo meto la escoba en el cubo con lejĆa y traigo alcohol en un paƱo para limpiar la alfombra. Los gusanos me repugnan como no querĆ”is, pero soy capaz de enfrentarme a ellos sin dudarlo si a alguno se le ocurre amenazar a mi novio y eso es lo que importa. Y tambiĆ©n lo que le importĆ³ a nuestro protagonista de hoy, tal vez demasiado. Hoy, en Cine Freak Salvaje: El abominable dr. Phibes.
Venganza. Si contamos los personajes ficticios que deben su existencia al ansia de resarcirse del daƱo que un tercero les causĆ³, la lista serĆ” larga. Desde el Conde de MonteCristo a ĆƱigo Montoya, la Literatura y el Cine nos han brindado historias de venganza hermosas, divertidas y temibles. La que hoy nos ocupa es todo eso a la vez y sabe combinar esos elementos y otros mĆ”s aĆŗn con asombrosa maestrĆa.
La acciĆ³n arranca con un grotesco asesinato en el que un mĆ©dico ha fallecido tras ser atacado por murciĆ©lagos vampiros. La policĆa se encuentra estupefacta y sin ideas, hasta que uno de ellos ve un curioso paralelismo entre este crimen y otro en el que tambiĆ©n muriĆ³ un mĆ©dico vĆctima de animales, aunque en aquella ocasiĆ³n, atacado por abejas. Tirando del hilo y merced a un amuleto encontrado en la escena de uno de los crĆmenes, la policĆa comienza un diabĆ³lico rompecabezas que les llevarĆ” a enterarse de la existencia del dr. Phibes (Vincent Price). El doctor, mĆŗsico y teĆ³logo, sufriĆ³ hace aƱos un accidente de coche que le desfigurĆ³ horriblemente, pero lo que le resultĆ³ muchĆsimo peor fue que su esposa debĆa someterse a una operaciĆ³n que resultĆ³ una chapuza llena de errores por parte del equipo mĆ©dico que la cuidaba y que la matĆ³ en su lugar. Enloquecido de dolor y de rabia, el dr. Phibes ha emprendido la caza de los nueve mĆ©dicos y enfermeros que dejaron morir a su adorada esposa para quitarles la vida de acuerdo con algunas de las plagas egipcias de la Biblia.
amĆ©n de un ritmo onĆrico, la cinta no deja de ser una historia de venganza por un amor malogrado. Phibes, tras el accidente tiene su vida tan deformada como Ć©l mismo, que bebe a travĆ©s de un agujero practicado en su cuello. Su locura le lleva no sĆ³lo a buscar venganza, sino tambiĆ©n a refugiarse en un extraƱo mundo de fantasĆa colorista y musical en el que son constantes las alusiones y las conversaciones con el cadĆ”ver embalsamado de su esposa, siempre comenzando las charlas con la misma promesa: "Nueve te mataron. Nueve morirĆ”n". Su Ćŗnico enlace entre su mundo de ensueƱo y el real es su ayudante Vulnavia (Virginia North), quien serĆ” un rostro y un brazo de ayuda en aquellos asuntos que el dr. no puede o no desea asumir, como pedidos a comerciantes o seducciones.
Vincent Price era ya la encarnaciĆ³n del Terror cuando rodĆ³ esta cinta. DespuĆ©s de mĆ”s de dos largas dĆ©cadas haciendo su agosto en el gĆ©nero en pelĆculas como La mosca o Los crĆmenes del museo de cera, despuĆ©s de que muchos adolescentes hubieran descubierto los extraordinarios cuentos de Poe gracias a las adaptaciones cinematogrĆ”ficas que protagonizara junto al gran Roger Corman, Price ya era la cara que todos ponĆamos al Demonio, su nombre era sinĆ³nimo de terror como hoy puede serlo Expediente Warren, salvo que con bastante mĆ”s encanto y un renegrido sentido del humor, del que esta cinta nos brinda buen ejemplo. Baste decir de Ć©l que, en cierta ocasiĆ³n, una mujer que coincidiĆ³ con Ć©l en un programa de radio le dijo que, despuĆ©s de verle interpretar uno de sus papeles de villano no habĆa podido dormir tranquila durante varios dĆas, y el actor se inclinĆ³ con amabilidad y contestĆ³: "querida seƱora, ¡eso es lo mĆ”s bonito que me han dicho nunca!". Y de la pelĆcula, baste decir que una de las vĆctimas del dr. Phibes serĆ” el gran Terry-Thomas, actor cĆ³mico de reconocido talento en la dĆ©cada de los sesenta. Sobre su muerte, os dejo una palabra que he aprendido recientemente y es sobremanera curiosa: exanguinaciĆ³n. Buscadla. KoukyouZen siempre velando por la cultura.
Rodada en 1971 y gracias a la cual se otorgĆ³ el Premio al Mejor Actor para Vincent Price en el Festival de Sitges del mismo aƱo, El abominable dr. Phibes es una cinta que pasa de la carcajada al terror en cuestiĆ³n de segundos. Sabemos que el protagonista es un manĆaco homicida, pero a pesar de ello nos despierta una profunda simpatĆa y aĆŗn ternura; es imposible no empatizar con Ć©l desde el primer momento. Con toda naturalidad el doctor nos lleva de la mano a su mundo grotesco y exagerado, sin permitir que cambiemos el foco empĆ”tico ni aĆŗn en lo mĆ”s crudo de sus crĆmenes por una razĆ³n muy sencilla: porque, aunque sea de una manera enfermiza y vengativa, pero en su mundo reina el amor. Reina el amor por encima de todo. Phibes se convierte asĆ en un delicioso personaje trĆ”gico. Conoce de antemano su propio final, sin embargo, no lucha contra Ć©l, sino que lo abraza gustoso. Mientras el mundo de sus vĆctimas es rĆgido y tedioso, vulgar y malcarado, el suyo es plĆ”stico, lleno de color, poesĆa y mĆŗsica. Phibes convierte su venganza en una fantasĆa, y eleva el asesinato a la categorĆa de arte.
El abominable dr. Phibes es una pelĆcula de terror a la vez que de humor y amor. Una cinta que por igual provoca aprensiĆ³n que sonrisas. Aunque merece mucho la pena, hay que admitir que se ha quedado anticuada y puede resultar predecible. Cinefiliabilidad 7, lo que significa que es preciso hacerse a la idea de que no es una cinta de sobresaltos al uso, que sus efectos especiales ya son ingenuos y no es tolerada, pero si te dejas seducir por el afable doctor, se te harĆ” ligera y aĆŗn hermosa.
"¡¿Que es abogado defensor?! ¿De quiĆ©n, de Jack el Destripador?" Si no coges esta frase, tienes que ver mĆ”s cine.
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