—¡Esta es mi zo-na de caaa-zaaaaaaaaaa... tan lejos deee tu ca-saaaaaaaaaaa....! ¡El bosque es taaaaaaaaaan oscuro... y mi rabo es tan peludo!* — Vladi y el dr. Molina cantan a pleno pulmĆ³n mientras el coche fĆŗnebre traquetea por el camino neblinoso, rodeado de Ć”rboles retorcidos. Jason se concentra en mascar su chicle anti-mareo, Freddy no deja de pedir que pongan a Alice Cooper, y el tiĆto Creepy lleva sus auriculares, a travĆ©s de los cuales zumba "Noche en el Monte Pelado". En los Ćŗltimos asientos, ZombiD pone cara de intenso cabreo y yo, sentada a su lado, le acaricio suavemente la rodilla.
—Anda, sesito... no te me enfades — susurro, cariƱosa. D me dirige una mirada de fastidio mĆ”s explĆcita que todos los discursos. Asiento. SĆ© cĆ³mo se siente pero, ¿quĆ© le vamos a hacer? D y yo habĆamos planeado un finde romĆ”ntico en el Hotel AquĆ Yacen. Solos. QuerĆamos tenerlo en secreto, pero el hotel no tuvo mejor idea que mandarnos las reservas con una cajita de bombones de regalo que, cuando llegĆ³ al Castillo, hizo que la noticia corriera como un reguero de pĆ³lvora. DespuĆ©s de la dichosa pandemia y tantos meses sin poder salir ni al rastrillo, todos estaban locos por salir a donde fuera, de modo que se apuntaron a la excursiĆ³n y no sĆ³lo eso: planearon todo un rosario de actividades lĆŗdico-festivas para disfrutar en familia: gimnasia en la piscina, taller de ahogamiento y lastrado, persecuciĆ³n en el bosque... Divertido, claro que sĆ, pero no exactamente lo que uno tiene en mente cuando piensa en "finde romĆ”ntico". SonrĆo a D con picardĆa —. AlgĆŗn ratito tendremos a solas. Ya verĆ”s.
Mi novio me devuelve la sonrisa con mĆ”s esperanza que verdadera fe, pero al menos, sonrĆe. El que te fastidien un plan (un Plan) es algo que puede pretextar toda una pelĆcula. Apoyado tambiĆ©n en un robo de joyas y una camarera mĆ”s pesada que una vaca en brazos, eso sĆ. Hoy, en Cine Freak Salvaje: Fin de semana al desnudo.
Pocas cosas hay mĆ”s tentadoras que una escapada en pareja hacia un hotel con encanto. Esos viajecitos que emprendemos el viernes por la tarde con el pretexto de visitar una ciudad no muy lejana, cuando en realidad sabemos de sobra que no saldremos de la habitaciĆ³n ni para el desayuno de buffet libre, y del que volvemos el domingo por la tarde con una sonrisa hasta las orejas y con un imĆ”n de nevera comprado deprisa y corriendo para enseƱarlo a las visitas y disimular un poco. Pues esto es lo que pretende el playboy millonario Rodolfo Cisneros (Alfredo Landa), quien se ha llevado a su secretaria a un coqueto hotelito llamado La PequeƱa AndalucĆa, con objeto de estar a solas con ella y no precisamente para dictarle una carta. Por su parte, la citada secretaria lo que pretende es comprometerle para casarse con Ć©l y asegurarse asĆ el porvenir. Objetivos ambos que no serĆ”n asĆ de sencillos, porque Angustias (Lina Morgan), la camarera del hotel, ha pedido expresamente trabajar esa noche a fin de conocer al citado Cisneros porque estĆ” enamoradĆsima de Ć©l. La camarera se llevarĆ” una desilusiĆ³n mayĆŗscula cuando vea que el millonario por el que bebe los vientos ha venido acompaƱado, pero no se rendirĆ” por ello, sino que intentarĆ” por todos los medios evitar que se queden solos. Por si fuera poco, en la habitaciĆ³n vecina del hotel, pernoctan una viuda rica y su amante, quien pretende robar las joyas de su protectora, que accidentalmente acabarĆ”n en la habitaciĆ³n vecina.
Rodada en 1974 y, por lo tanto, en los Ćŗltimos aƱos del rĆ©gimen (lo que se da en llamar "tardofranquismo", por si querĆ©is quedar bien con el profesor de Historia), la cinta que nos ocupa nos muestra una historia cĆ³mica de enredo y humor no exenta de cierta picardĆa, posible precisamente porque la censura en aquellos aƱos ya se estaba ablandando. Aunque aĆŗn no habĆan llegado los aƱos alegres de la clasificaciĆ³n S y el destape, algo se intuĆa ya. El que una mujer soltera decidiese pasar una noche con un hombre en un hotel aĆŗn era algo impĆŗdico y que podĆa llevar al hombre a un casamiento forzoso para "reparar" a la mujer daƱada por haber perdido su honra (si esto era injusto para el hombre, os podĆ©is figurar quĆ© gracia podĆa hacerle a la mujer verse casada a la fuerza con alguien que podĆa haberla engaƱado o hasta violado. La juerga padre, vamos). No obstante, ya era algo que sucedĆa de manera relativamente comĆŗn y que, justo por eso, podĆa ser tomado a guasa y no como una desgracia, como habrĆa sucedido una dĆ©cada antes. Eso de llegar virgen al altar ya estaba empezando a pasar de moda. AĆŗn asĆ, a algo semejante sĆ³lo se prestarĆa una "chica fresca" o "mala". La protagonista, la "buena" quizĆ” se aprovechase de la situaciĆ³n, pero no se rebajarĆa a algo asĆ.
Alfredo Landa y Lina Morgan no era la primera vez que trabajaban juntos, ya habĆan colaborado en
Los Subdesarrollados y en la polĆ©mica Soltera y madre en la vida, cinco aƱos antes. TenĆan buena quĆmica y se conocĆan bien, algo que se trasluce desde el primer momento de la cinta, dando una especial frescura y complicidad a sus intervenciones. Tan pronto empiezan a interactuar, comienzan las risas. Desde luego que esto impide que nos creamos que son absolutos desconocidos como pretende el argumento, pero a cambio tenemos una hilaridad no sĆ³lo mayor, sino que se extiende a las ocasiones de la cinta en las que no estĆ”n juntos en la pantalla pero vemos algo en ella que forzosamente va a desencadenar un nuevo encuentro y, por lo tanto, nuevas risas. Para nosotros, claro, porque Cisneros lo pasarĆ” bastante mal.
Asimismo vemos tambiĆ©n un agradable soplo de aire fresco en el personaje de la viuda rica, encarnado por Helga LinĆ©. Si hasta no hace muchos aƱos se pensaba que el deber de una viuda era llorar y, como mucho, dedicarse a las obras de caridad, aquĆ vemos a una mujer que ha decidido aprovechar su viudedad para divertirse y hacer lo que le dĆ© la gana. A escondidas del mundo, de acuerdo, pero cuando llega la hora de elegir, ella misma no vacilarĆ” en admitir que "no le importa que se sepa que se acuesta con un chulo". De acuerdo, puede que una tuviera que ser rica para permitirse esa libertad, pero que la sociedad estaba cambiando y que las ideas arcaicas de la religiĆ³n y el rĆ©gimen ya se diluĆan, eso nadie podĆa negarlo.
Igual que vemos ese principio de tolerancia hacia la libertad sexual en general y la femenina en particular, podemos ver tambiĆ©n un principio de admisiĆ³n hacia la homosexualidad, en el personaje de Guadalupe, el porrero interpretado por Antonio Ozores. Con ese nombre, hace creer a todo el mundo que es gay, porque comparte habitaciĆ³n con otro hombre (compinche en el robo). Aunque ello de pie a chistes que hoy dĆa sĆ³lo con mucha amabilidad pueden calificarse de rancios, vemos a travĆ©s de ellos la filosofĆa que, nos pese o no, siempre hemos tenido en EspaƱa: en pĆŗblico dirĆ”n pestes de ti, pero mientras te escondas y pagues, sĆ³lo les darĆ”s asco en voz baja. Hoy dĆa, las "gracias" referidas a un personaje pretendidamente homosexual serĆan impensables. Y, mira, eso es algo que podemos decir bien alto y con orgullo, porque serĆ” que algo hemos avanzado.
Dirigida por Mariano Ozores y con mĆŗsica de AntĆ³n GarcĆa Abril, Fin de semana al desnudo es hija de su tiempo. Una cinta que no estaba hecha para ganar premios ni figurar en letras grandes en la Historia del Cine, pero sĆ para llenar las salas, provocar muchas risas entre los espectadores y llenar de dividendos a las productoras. Una cinta con un enredo facilito, personajes arquetĆpicos y una crĆtica social mĆnima y velada, pero que, si nos ponemos en Ć©poca y entendemos el contexto social en el que fue concebida, aĆŗn puede causarnos risa, que es de lo que se trataba. En ese aspecto, pocos cineastas espaƱoles entendieron con quiĆ©n se jugaban los cuartos tan bien como Mariano Ozores: Ć©l sabĆa que su Ć©xito provenĆa de hacer reĆr a la gente y lo conseguĆa siempre. QuizĆ” el pĆŗblico fuese pueril y de escasas expectativas, quizĆ” fuese un pĆŗblico que venĆa de muchos aƱos de rĆ©gimen en el que las lecturas, entretenimientos y cultura estaban muy mediditos y no se le podĆa pedir peras al olmo, pero Ć©l desde luego no se preocupĆ³ de instruir a ese pĆŗblico ni menos aĆŗn de juzgarle. Les dio lo que querĆan e hizo funcionar la industria durante dĆ©cadas.
Con sus noventa minutos de duraciĆ³n, Fin de semana al desnudo es una cinta ligera ideal para ver una noche antes de acostarnos, cuando sĆ³lo nos apetece reĆr sin pensar. Su picardĆa es tan escasa que la hace apta para todos los pĆŗblicos. Puede que no guste a tus amigos, pero les encantarĆ” a tus padres. Cinefiliabilidad 4, lo que significa que es fĆ”cil de ver si consigues adaptarte a la Ć©poca en que se rodĆ³.
*Un hombre lobo espaƱol en Londres, Motorzombis.
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