CĆ³mics
y superhƩroes. Desde que se editaron las primeras aventuras de Superman
en la dĆ©cada de los treinta, los superhĆ©roes y los cĆ³mics han ido de la mano en
una larga y mĆ”s que fructĆfera relaciĆ³n que ha dado nombres incalculables,
tanto extraordinarios e inmortales, como superfluos y olvidables. A rebufo de
lo que sucedĆa en el otro lado del AtlĆ”ntico, pero siempre de acuerdo a las
ideas que la Dictadura franquista nos decĆa que debĆamos tener, tambiĆ©n aquĆ
tuvimos nuestra particular colecciĆ³n de hĆ©roes de papel, aunque no se tratĆ³ de
humanos con superpoderes, ni millonarios que usasen su creatividad y sus
millones para combatir el crimen. Nuestros hƩroes, creados para exaltar el
patrioterismo y las virtudes de la vida militar que deseaba el rƩgimen, fueron
guerreros de las Ć©pocas histĆ³ricas que el franquismo consideraba
representativas, como la Reconquista, y se dedicaron a rescatar princesas y
luchar contra los Ɣrabes, como El guerrero del antifaz o el CapitƔn Trueno. O
podĆan ser detectives que basaban sus deducciones en los papelotes que iban
tirando los malos por doquier, y se hacĆan acompaƱar por niƱos repelentes, como
Roberto AlcĆ”zar y PedrĆn.
No
fue sino con el paso de las dƩcadas que estas aventuras empezaron a enriquecerse,
dentro de lo que se podĆa, y los superhĆ©roes americanos empezaron a llegar, y nos
enriquecieron a los demĆ”s. Y aunque en EspaƱa el fenĆ³meno de la “superheroicidad”
nunca se ha tomado como en NorteamĆ©rica, sĆ que ha llegado en forma de parodia,
como el inmortal SuperLĆ³pez de Jan, y el cĆ³mic que nos ocupa hoy: Pafman, de
JoaquĆn Cera.
Estamos a inicios
de la dƩcada de los ochenta, la editorial Bruguera necesita de forma casi
desesperada nuevos talentos, y es habitual ver en las revistas publicidad de
concursos para dibujantes aficionados, o espacios que permiten la publicaciĆ³n
de historietas enviadas por los lectores, y que no tenĆan otro interĆ©s que
encontrar sangre nueva con la que engrasar las desgastadas ruedas de la
maquinaria del humor Bruguera. Uno de aquellos aficionados que enviĆ³ una
historieta con la ilusiĆ³n de que fuese publicada, vio satisfechas sus
esperanzas. Se llamaba JoaquĆn Cera, era apenas un adolescente y nos regalĆ³ una
historia cĆ³mica de piratas que llamĆ³ la atenciĆ³n de lectores y redacciĆ³n, y
pronto apareciĆ³ en las pĆ”ginas de Mortadelo un nuevo personaje: Pafman y Pafcat.
Pafman era un “superhĆ©roe”
de tercera divisiĆ³n. De hecho, recibe su nombre de los incontables golpes que
recibe. No puede volar, su inteligencia es mƔs que cuestionable y sus poderes
residen sĆ³lo en su traje, que le permite aguantar los golpes sin ser
invulnerable a ellos, y pegar algo mƔs fuerte, pero nada del otro jueves (su
golpe mƔs peligroso es meter el dedo en el ojo a sus adversarios). Su leal
compaƱero es Pafcat, un hombre gato que se encarga de inventar los gadgets que
usa Pafman y cuyo talento inventivo sĆ³lo estĆ” a la altura del Profesor
Bacterio. Aunque sĆ³lo es un poco mĆ”s listo que Pafman, no pocas veces serĆ”n sus
golpes de astucia los que salven la situaciĆ³n.
Pafman y
Pafcat lucharon contra el crimen (encarnado casi siempre en su particular
nĆ©mesis: El Enmascarado Negro, astuto villano cuyos crĆmenes tampoco dan para
mucho; antes robarĆ” una antena parabĆ³lica que intentarĆ” dominar el mundo) con
su humor exagerado, surrealista y con frecuencia basado en equĆvocos lingĆ¼Ćsticos
o juegos de palabras, que bebĆa directamente de producciones como Aterriza como
puedas, pero tambiƩn con toques de los Hermanos Marx. Durante buena parte de
los ochenta, Cera dibujĆ³ Pafman y la serie Rebuznos en el Espacio (parodia de
las aventuras espaciales) para la revista Mortadelo, hasta el cierre de
Bruguera. Cuando el grupo Zeta comprĆ³ los restos de la editorial, no cometieron
el error de intentar reflotar la revista, sino que sĆ³lo sacaron las aventuras
completas de Mortadelo y FilemĆ³n en forma de Ć”lbum, pero se quedaron con los
derechos de los personajes que tenĆa la extinta editorial.
Cera pasĆ³ a
dibujar para la revista TBO, que resurgiĆ³ a principios de los noventa y allĆ no
hacĆa personajes fijos, sino temas especiales inspirados -por norma general- en
el mes que aparecĆa la revista o que estaban de actualidad, como “los oficios
del futuro” en una Ć©poca en la que el paro se cebĆ³ en EspaƱa de forma cruel
debido a la crisis, o “guĆa para sobrevivir a las rebajas” en el mes de Enero.
A pesar de la indiscutible calidad de la revista, a finales de la dƩcada Ʃsta
cerrĆ³ sus puertas definitivamente, pero Cera, como IbƔƱez, y tras mucho
pleitear, logrĆ³ recuperar la titularidad de sus personajes, y a principios de la
dĆ©cada del 2000, Pafman y Pafcat volvieron a la acciĆ³n. Y en esta ocasiĆ³n, en
formato grande.
Mientras en la
extinta Mortadelo su espacio habĆa estado limitado a dos o cuatro pĆ”ginas, en su renacimiento, Pafman redevuelve, Pafman y Pafcat contaron con 42 pĆ”ginas
llenas de aventuras y humor absurdo, ademƔs del nuevo personaje, la agente
Tonas, Tina Tonas, sobrina del hƩroe, amor inalcanzable de Pafcat y -todo hay que
decirlo- mucho mƔs lista que ambos.
En las nuevas
aventuras de Pafman podemos ver al personaje en toda su extensiĆ³n. Nos damos
cuenta de que es mƔs un iluso con mucho entusiasmo que sueƱa con ser alguien,
que un hƩroe propiamente dicho. Le huelen los pies, se ejercita con mancuernas
de corcho y tiene que ir a los sitios en autobĆŗs, pero a la vez no duda en dejarse
matar si es preciso para salvar a su sobrina. No es, desde luego, un superhƩroe
temible ni astuto. Pero su grandeza de espĆritu es innegable, y su humor,
inacabable. Como dirĆa Pafcat: “No estĆ” mal para un personaje de relleno del
Mortadelo de los ochenta”.
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