Hermenegildo
y Leovigildo. Si estos nombres no os dicen nada, ni os sale continuar con
AtaĆŗlfo, Sigerico, Recaredo y Witiza, es que tuvisteis la suerte de que no os
hicieran aprender de memoria la lista de los Reyes Godos. Lista que no servĆa
para gran cosa, aparte de para concursar en el Cesta y Puntos, pero que a todos
los escolares de la repĆŗblica y posguerra sĆ que les hicieron aprender, y por
eso los niƱos de la Ʃpoca reconocieron enseguida los nombres con los que el
gran VĆ”zquez habĆa bautizado a sus nuevas creaciones: Hermenegilda y
Leovigilda, las hermanas Gilda.
EstƔbamos
en los aƱos cuarenta y los tebeos como Pulgarcito, Alegres aventuras o El Cachorro se llevaban de calle a los niƱos, pero mientras que Alegres
aventuras era de marcado carĆ”cter infantil y El Cachorro seguĆa la
lĆnea de aventuras como El capitĆ”n Trueno o el Jabato, el Pulgarcito
era mĆ”s «para todos los pĆŗblicos» y explotaba sobre todo la historieta de humor;
quĆ© duda cabe que orientada a un pĆŗblico en su mayorĆa de corta edad, pero tambiĆ©n
apto para los padres del mismo. BasƔndose sobre todo en un humor costumbrista,
los dibujantes de la revista recrean buena parte de asuntos de la vida
cotidiana, desde el pago de facturas a las relaciones paterno-filiales, pero
siempre sin entrar en polĆtica ni en nada que pueda agraviar a la fĆ©rrea
censura, feroz en aquellos primeros aƱos del rƩgimen franquista. Uno de los
astros mĆ”s prolĆficos y querido por sus personajes es el joven VĆ”zquez que,
junto con Escobar, lleva varios personajes, y uno de ellos son las citadas
Hermanas Gilda.
Como
en toda relaciĆ³n fraternal que se precie, la hermana mayor, Leovigilda o Leo,
manda sobre la menor, Hermenegilda o Herme, pero aquĆ el verbo «mandar» quizĆ”
no sea el mƔs adecuado. Tiranizar, explotar y pisotear puede que se acerque mƔs
a la realidad, pero eso sĆ, todo siempre en clave de humor. Leo, alta y esbelta,
aunque flacucha y narigona tiene un horrible carĆ”cter egoĆsta y mandĆ³n, que
usarĆ” para mangonear a su antojo a la inocentona Herme. Esta, bajita y regordeta,
fantasiosa y de carƔcter mucho mƔs infantil, es poco menos que la esclava de su
hermana. Hace todo el trabajo de la casa, los recados y siempre le toca cargar
con la culpa de todo lo que sucede, la tenga realmente o no. No en muchas
ocasiones llegarĆ” la cĆ”ndida Hermenegilda a marcarle un tanto a su despĆ³tica
hermana, pero cuando lo consiga, precisamente su inocencia harĆ” que el ridĆculo
sufrido por Leo sea aĆŗn mĆ”s escandaloso. No obstante, y tambiĆ©n como sucede en
toda relaciĆ³n fraternal que se precie, las hermanas, aunque disputen constantemente,
tambiƩn se demostrarƔn un gran cariƱo mutuo y aunque puedan acabar la historia
persiguiƩndose con garrotes, en la siguiente estarƔn unidas como lo que son:
hermanas.
En una sociedad regida por un dictador, donde todas las publicaciones debĆan pasar el filtro de la censura y donde las historietas protagonizadas por mujeres se consideraban aburridas, melodramĆ”ticas y ƱoƱas, orientas exclusivamente al pĆŗblico femenino puesto que no se pensaba que tuvieran nada interesante que aportar, las Hermanas Gilda no lo tuvieron fĆ”cil precisamente. Para empezar, a efectos de guion estaban muy limitadas, puesto que ninguna aventura podrĆa suceder de noche, dado que la ley de la Ć©poca dictaba que las mujeres no podĆan salir durante las horas nocturnas, a no ser que fuesen acompaƱadas de un hombre. No podrĆan tener nunca novio, a no ser que Ć©ste se convirtiese en un personaje fijo y acabasen casĆ”ndose con Ć©l, puesto que la idea de que una mujer tuviese un novio y no se casase con Ć©l por cualquier motivo, la convertĆa en una perdida. Se decĆa entonces que tener mĆ”s de un novio, era llegar al altar como la fruta de muestra: sin catar, pero sobada por todo el mundo. En un paĆs que pretendĆa cuidar las inocentes mentes de los niƱos de toda perversiĆ³n moral, aquello era impensable, asĆ que las hermanas Gilda se quedaron para siempre en su rol de solteronas.
Las
hermanas Gilda se empezaron a publicar en el aƱo 1947 y siguieron su andadura
hasta los noventa, apareciendo en revistas como Pulgarcito, Gran
Pulgarcito, DDT, Super Pulgarcito, TĆo Vivo y Zipi y Zape. Como muchos otros
personajes de VĆ”zquez (y de casi todos los autores cuyos personajes tenĆan
tirĆ³n), fueron dibujadas por negros en muchas ocasiones, produciendo historietas
sin la menor gracia ni personalidad, pero aquellas firmadas por su autor
legĆtimo siguen teniendo el sabor de su humor, pĆcaro y una pizca surrealista,
que las hizo Ćŗnicas.
A
pesar de las limitaciones censoras, VĆ”zquez logrĆ³ lo que ningĆŗn historietista
espaƱol hasta el momento: que las protagonistas de un cĆ³mic no orientado al
pĆŗblico femenino, fuesen Ćŗnicamente mujeres. Y aunque es cierto que Leo y Herme
partieron del estereotipo de las solteronas cursis locas por pescar un novio,
muy pronto se auparon en esa idea y la superaron, convirtiƩndose en las
primeras heroĆnas del cĆ³mic espaƱol. Un abanderado feminista, aĆŗn sin querer,
que nos mostrĆ³ que las mujeres podĆan ser personajes tan ruines, tan valientes,
tan cultas, tan tontas… tan cĆ³micas, como los hombres.
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