“MamĆ” y PapĆ” pueden ponerme las normas, y prohibirme alguna
que otra cosa. Pero yo sĆ© cĆ³mo hacerles sentir que tener un hijo es una pesada
losa”.
Los aƱos ochenta. La guerra frĆa hacĆa que
los Estados Unidos tuviesen un mejor enemigo en la Urss, la correcciĆ³n polĆtica
no existĆa, y los niƱos crecĆamos viendo por igual Barrio SĆ©samo que Juzgado de
guardia, los osos amorosos que Rambo. MamĆ”bamos cinismo y ejercĆamos nuestro
derecho a desobedecer con elegancia mĆ”s propia de asesinos canĆbales, que de mocosos
que aĆŗn no ponĆan dos cifras en su edad. Y si existe un niƱo bandera y adalid
de todo ese cinismo, desobediencia elegante y mundo fantƔstico, es el que hoy
nos ocupa y cuyos nombres se pueden listar en CapitƔn Spiff, Presidente y gran
tirano, Estupendo Man, Caraculo, Sesos de mono, Culo de sandĆa, Calvin el
osado... o sencillamente, Calvin.
¿QuĆ© podrĆa suceder si un niƱo de unos
seis aƱos, tuviera a un tigre como mascota? Eso es lo que sucede en el universo
de Calvin y Hobbes. Calvin es hijo Ćŗnico, de unos seis aƱos, que vive con sus
padres en una coqueta casita de barrio suburbano, pero la “normalidad” de su
vida se ve alterada por compartir esta con su tigre de peluche, Hobbes. No
obstante, a pesar de la exuberancia del tigre, serĆ” la imaginaciĆ³n desbordante
del niƱo la que ponga siempre mayor protagonismo en las pĆ”ginas del cĆ³mic.
Calvin vive, a travĆ©s de su fantasĆa, en un mundo mucho mĆ”s colorido y
atrayente que el real; sus padres y el Estado pueden obligarle a ir al colegio,
pero no pueden obligar a su cerebro a que permanezca allĆ, del mismo modo que
Ć©l tampoco puede controlar a Hobbes.
El tigre-mascota de Calvin es,
supuestamente, un producto de la imaginaciĆ³n del niƱo, pero Hobbes no se limita
a darle la razĆ³n ni es el socio pelota que siempre estĆ” de acuerdo con el
protagonista. Antes bien, son habituales las discusiones entre ellos, y no
pocas veces es el tigre quien representa el papel del juicioso, de la
“conciencia” de Calvin, y esto siempre desde un punto de vista irĆ³nico y hasta
sarcƔstico. Cuando Calvin tiene alguna idea que considera genial, es Hobbes
quien intenta hacerle ver que cosas como arreglar un grifo a escondidas, sacar
el coche del garaje o tirarse desde la ventana del Ɣtico con una sƔbana como
paracaĆdas, quizĆ” no sean tan buenas ideas despuĆ©s de todo. Naturalmente, otra
cosa serĆ” que Calvin le haga caso. Y en el momento en que alguien abra una lata
de atĆŗn (...o de cualquier cosa: “chico, todas las latas suenan igual”), Hobbes
perderĆ” toda capacidad de raciocinio.
No obstante, por mƔs que sea
Hobbes el mejor amigo de Calvin y con quien vive la mayor parte de sus
aventuras, el protagonista tambiĆ©n dejarĆ” volvar su imaginaciĆ³n en la soledad.
Como vĆ”lvula de escape, su fantasĆa le evade de los deberes escolares, de las
lecciones, de los sermones de su familia y hasta de las conversaciones que no
le interesan. Calvin, que no tiene hermanos, ni mascota, ni amigos en el
colegio, no es -pese a esto- un niƱo solo ni infeliz. Vive una existencia que
es un millĆ³n de existencias, y se muestra mucho mĆ”s despierto que sus grises
compaƱeros, ocupados sĆ³lo por jugar al beisbol o estudiar.
A travƩs de las historietas, vemos a Calvin
y Hobbes desarrollar su amistad y vivir aventuras, pero, por mƔs que sepamos
que estas son producidas por la fantasĆa del pequeƱo, en no pocas ocasiones el
autor jugarƔ con nosotros haciƩndonos dudar... o hasta dejƔndonos ver que
Hobbes puede ser realmente un personaje independiente. En el momento en que
aparece algĆŗn personaje distinto en escena, como los padres de Calvin o
cualquier otro, Hobbes aparece como peluche, sĆ, pero apenas ese personaje no
mira, el tigre recupera su apariencia viva y aĆŗn su movilidad.
En todas las tiras que tienen a un niƱo como protagonista, la fantasĆa
aparece de una manera o de otra, pero en Calvin y Hobbes, la fantasĆa es un
personaje mƔs por derecho propio, y al igual que Calvin no puede ser
controlado, su grafismo tampoco puede. Bill Waterson, su creador, abandonĆ³ su
cĆ³modo trabajo como dibujante publicitario para crear a Calvin y, harto de las
imposiciones de tamaƱo y nĆŗmero de viƱetas de los periĆ³dicos, decidiĆ³ hacer que
sus tiras fueran memorables. AsĆ, mientras que las tiras convencionales de
cuatro viƱetas solĆan mantener a los personajes pegados a la base como suelo,
Waterson hacĆa que Calvin y Hobbes volasen por toda la viƱeta, desafiasen a la
gravedad y explotasen un gag durante varias tiras que podĆan leerse de forma
independiente, pero que tenĆan sentido completo leĆdas de forma continuada.
Asimismo, en las tiras de media pƔgina propias de los dominicales, el autor
huyĆ³ de los esquemas de viƱetas contadas y de determinados centĆmetros, para
crear una locura de dimensiones caprichosas y formas extravagantes en las
mismas, como forma de protestar ante lo que era, a su juicio, una manera de
limitar el arte y la creatividad: pretender decirle a los autores las medidas
que tenĆa que tener su arte.
Calvin y Hobbes fue publicado durante la
prƔctica totalidad de la dƩcada de los ochenta, y su autor, siempre decidido a
que sus personajes fueran hĆ©roes de cĆ³mic y no de la mercadotecnia (y tambiĆ©n
decidido a conservar siempre su autorĆa y no cederlos jamĆ”s), se negĆ³
rotundamente a cederlos para decoraciĆ³n de ningĆŗn tipo de artĆculo, como solĆa
ser frecuente, al igual que tambiĆ©n rehusĆ³ en varias ocasiones la posibilidad
de llevarlos al cine. Hoy dĆa, con sesenta aƱos de edad y viviendo la fiebre de
las adaptaciones, que nos ha traĆdo desde films atrayentes como la saga de los
X men, a cintas si no meritorias por lo menos distraĆdas, como Los pitufos,
pasando por producciones tan vistosas como aburridas y olvidables, como Snoopy
y Carlitos, Waterson ha vuelto a negarse a una adaptaciĆ³n cinematogrĆ”fica de
las aventuras de Calvin y Hobbes. Lo que a mĆ, por un lado, me inspira una gran
admiraciĆ³n ante el orgullo creativo de su creador, y por otro, reconozcĆ”moslo,
me da mucha pena. Porque ME ENCANTARĆA ver a esa pareja en la gran pantalla.
Calvin y Hobbes es un cĆ³mic genial, que no
tiene edad, porque sus personajes, aunque niƱos, tampoco la tienen. Un cĆ³mic
que habla a nuestro mundo interior, que nos muestra que, a diferencia de otros
personajes fantasiosos, como Walter Mitty o Don Quijote, cuando el mundo real y
el fantƔstico chocan de dientes, a veces es el primero el que sale malparado.
Un soplo de aire fresco en una Ć©poca en la que los grandes maestros del cĆ³mic
tolerado se extinguen y los niƱos parecen alimentarse sĆ³lo de ƱoƱeces estilo
Patrulla Canina o semejantes, y que nos muestra que se puede hablar de la
amistad, de la fidelidad, del cariƱo y de la familia, siendo a la vez cĆnico,
sarcĆ”stico, Ć”cido y salvaje como sĆ³lo un tigre puede serlo.
“¡Puedes sacar al tigre de la jungla, pero
nunca podrĆ”s sacar la jungla del tigre!”
0 Comentarios
Se respetuoso o se borrarĆ” tu comentario. Gracias.