Shōwa Genroku
Rakugo Shinjū
es la declaración
de amor de la mangaka
Haruko Kumota por una antigua expresión artística que sigue luchando por sobrevivir en un
mundo del entretenimiento dominado por la tecnología. Su obra se ha convertido en una de esas raras
oportunidades en las que un relato con una potente fuerza dramática también nos sumerge en detalle en la
práctica de un arte
tradicional japonés
poco conocido más allá de
las fronteras del país
del sol naciente.
Somos
introducidos al arte del Rakugo, una forma de teatro cómico y minimalista, con un único actor en el escenario
arrodillado en un cojín
representando varios personajes que se distinguen entre sí por el tono de voz y la expresión facial. La complicidad de la
audiencia es pieza clave, su imaginación se alimenta de la creatividad del
comediante para dar vida a multitud de escenas sin más accesorios que un pequeño abanico y un
trozo de tela de algodón.
Es una disciplina cuya sofisticación viene de maximizar los pocos recursos disponibles para lograr su
objetivo.
Su adaptación en una serie de anime de dos
temporadas de la mano de Studio Deen sigue la historia de forma prácticamente calcada a las
ilustraciones del manga, demostrando la maestría del material original en cuanto al ritmo
visual y dramático.
Uno de los elementos más
interesantes es la forma en que supera las dificultades de trasladar las
actuaciones a la representación animada, adaptándolas
con un estilo cinemático
que refuerza la idea de múltiples personajes. Esto ayuda a que la audiencia se involucre más en el meta relato: el Rakugo dentro de una historia sobre el Rakugo.
El punto de
partida es un hombre recién salido de prisión en los años 60-70. Sin recursos ni tener a dónde ir, sólo con la fuerte convicción de querer dedicar el resto de
su vida al Rakugo tras haber sido impresionado con la actuación de Yakumo, un célebre maestro rakugoka, mientras estaba en la cárcel. En su primer día de libertad, busca a dicho maestro para suplicarle ser aceptado como
su discípulo y, a
pesar de su fama de nunca aceptar a nadie, logra convencerle. Sin embargo, el
desarrollo de la historia retrocede varias décadas hacia la infancia de Yakumo. Su lucha
por avanzar en el mundo del Rakugo y una trágica historia de amor, rivalidad
y amistad se van entrelazando con la evolución de la sociedad japonesa durante el siglo XX
hasta retomar el momento ‘presente’ donde se quedó
el primer episodio al
final de la temporada y continuar la historia hacia el futuro a lo largo de la
segunda.
La tradición sirve de refugio contra la
incertidumbre pero a la vez es una pesada losa cuya responsabilidad es difícil de llevar. Uno de los temas
recurrentes gira en torno a la necesidad del Rakugo de renovarse o morir y de la
paradoja que supondría
que el hecho de renovarse o cambiar significaría su muerte en sí mismo. Liberarse de las propias ataduras
conlleva hacerse cargo de las consecuencias, cosa que también experimentan los personajes
principales en sus relaciones. A través de ellos, Kumota expresa la complejidad de
una sociedad llena de contradicciones entre la modernidad y la tradición. Entre la angustia de estar a
la altura de las generaciones precedentes o vivir libremente y aún así no poder escapar a la sombra de
la crianza. Pulsiones enfrentadas que se intentan reconciliar de mejor o peor
forma, dotando a Shōwa Genroku Rakugo Shinjū de un cálido, triste pero esperanzador
realismo humano que frecuentemente echamos de menos en ficciones históricas que tienden a caer víctimas del idealismo.
Ficha Técnica
Nombre Original: Shōwa Genroku Rakugo Shinjū
Director: Mamoru Hatakeyama
Estudio: Studio Deen
Año: 2016-2017
Género: Drama/Ficción
histórica
Categoría: Josei
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