Si hay algo en lo que no pensamos es en la normalidad. A diario, sin darnos cuenta, damos por sentadas miles de cosas tales como «las aceras no cambian de sitio por sĆ­ mismas», «la fresa no sabe a vainilla los jueves», o «en las zonas urbanizadas somos la cima de la cadena alimentaria». El punto base del terror radica tanto en que las cosas que damos por sentadas de pronto dejen de estarlo, como en el Ćŗltimo ejemplo citado. Y esto es lo que sucede en la cinta que nos ocupa hoy, Parasyte, de Takashi Yamizaki.

La cinta comienza planteĆ”ndonos una pregunta acerca de si la devastaciĆ³n que causa el ser humano se reducirĆ­a si se redujera tambiĆ©n su nĆŗmero. Durante la noche, una serie de criaturas del espacio, similares a gusanos, llegan a la Tierra y se cuelan en viviendas. AllĆ­, se introducen en el cuerpo de algunos humanos a travĆ©s de las orejas o la nariz para apoderarse del cerebro. Uno de estos parĆ”sitos llega a la casa del protagonista, Sinichi, pero Ć©ste duerme con los auriculares puestos y al intentar colarse por su nariz, el joven despierta y se defiende. Al gusano no le queda mĆ”s remedio que atacar la mano del protagonista y producir allĆ­ su maduraciĆ³n. Al no llegar al cerebro de su huĆ©sped, parĆ”sito y portador conservarĆ”n intactas sus personalidades y podrĆ”n aprender mucho el uno del otro. Desgraciadamente, su caso no serĆ” comĆŗn y muchas personas morirĆ”n a manos de parĆ”sitos, tanto en calidad de huĆ©spedes o como alimento.

Parasyte nos presenta una situaciĆ³n de terror alienĆ­gena vista ya en otras ocasiones, en la cual el humano, cabeza de toda la civilizaciĆ³n y cazador por antonomasia, pasa a convertirse en presa. Desde cintas tan celebradas como Alien o Depredador hasta producciones mĆ”s baratas como Lifeforce-Fuerza vital o las cincuenteras The blob-El terror no tiene forma o La invasiĆ³n de los ladrones de cuerpos, todas nos presentaban una pregunta, no por muy tratada menos aterradora, ¿y si nosotros mismos fuĆ©semos la especie amenazada?




No obstante, a diferencia de las producciones anteriormente citadas, Parasyte nos ofrece un nuevo punto de vista y es el del propio cuerpo extraƱo que llega a colonizarnos. Migi, la mano derecha parasitada del protagonista, tiene consciencia de sĆ­ mismo y no comprende el escrĆŗpulo de su portador sobre que se alimenten de carne humana, de la misma manera que nosotros no solemos entender que alguien nos cuestione comer carne de animal.

En este aspecto, Parasyte, aunque trate un tema manido, lo hace desde una perspectiva interesante y alejada del paradigma que el cine norteamericano da a este tipo de producciones. Mientras que en el cine occidental el invasor es rĆ”pidamente descubierto, cercado y finalmente destruido por las fuerzas del orden de la Tierra o por el hĆ©roe o heroĆ­na, aquĆ­ nuestro protagonista intenta continuar su vida normal, por mĆ”s que sepa que es imposible; los invasores proceden con violencia y en un principio sin prudencia alguna, pero la policĆ­a tarda muchĆ­simo en darse cuenta de quĆ© sucede realmente, y toma las muertes por asesinatos en serie. No obstante, como toda forma de vida, Sinichi y Migi lucharĆ”n juntos por su supervivencia, aunque no se producirĆ” ninguna multitudinaria batalla Ć©pica entre los invasores y la Humanidad. 

Parasyte estĆ” basada en el manga homĆ³nimo de Hitoshi Iwaaki, que se editĆ³ durante finales la dĆ©cada de los ochenta en la revista Afternoon hasta su final en 1995. Ya a principios de la dĆ©cada del 2000 surgieron los rumores de una adaptaciĆ³n cinematogrĆ”fica en imagen real, si bien no fue hasta 2014 que se estrenĆ³, casi de forma paralela a la adaptaciĆ³n en anime, con la que se encuentran varios paralelismos. Parasyte tuvo una secuela al aƱo siguiente, en 2015, dirigida tambiĆ©n por Takashi Yamazaki.

Al ser tratada de un modo oriental, los actores nos resultan frĆ­os y poco expresivos, y el argumento, aunque tenga momentos de batalla y violencia, es mĆ”s filosĆ³fico que de acciĆ³n o aventura. No obstante, su duraciĆ³n comedida y los toques de humor a cargo de Migi la hacen ligera y fĆ”cil de ver y aĆŗn entretenida. Los amantes de la ciencia ficciĆ³n y del terror pasaremos un buen rato con ella, y los posibles agujeros del plan de los parĆ”sitos no serĆ”n advertidos hasta que ya hayamos terminado de verla. Por si acaso recordad que, a diferencia de lo que digan papĆ” o mamĆ”, dormir con los auriculares puestos puede ser una prĆ”ctica muy saludable.

"Cuando usted quiera, Sargento Pembree" Si no coges esta frase, tienes que ver mƔs cine.