Antes de empezar a hablar de Sidonia no Kishi, pregunto: ¿Conoces la obra de Tsutomu Nihei? ¿Si? Ok, seguimos. ¿No? Cierra esto y empápate un poco primero. Fuera. Sí, ya sé que se supone que tengo que explicártela a través de esta reseña pero me veo en la obligación de advertirte primero. De otra forma no podría afirmar luego si te quejas que te lo dije. Y es que a pesar del hype generado por ser la primera adaptación animada del conocido autor de BLAME! ciertos aspectos de su narrativa pueden ser desconcertantes para algunos si no están acostumbrados al estilo habitual del autor. 

En cambio, sus seguidores se sentirán (casi) como en casa: Sidonia no Kishi sigue en este caso la habitual fórmula Final Fantasy; Títulos inconexos entre sí que mantienen multitud de señas de identidad comunes que en conjunto crean un universo consistente. Y digo ‘casi’ porque a pesar de todo, es el más asequible en términos de guión y diálogo, lo cual posiblemente haya sido un factor decisivo a la hora de decidir llevarlo a la pantalla. Hablamos de que en algunos de los títulos que le preceden, tranquilamente podían pasar varias páginas sin una sola palabra sin por ello perder el ritmo narrativo, gracias al excelente lenguaje visual empleado por Nihei. En esta ocasión, su imaginario visual es más comedido y menos excéntrico, lo que puede decepcionar a algunos. 

La premisa es la siguiente: En un futuro post-apocalíptico donde la humanidad ha sido diezmada por una desconocida amenaza extraterrestre, lo que queda de ella sobrevive en un transbordador espacial, el Sidonia, tras la destrucción del planeta Tierra. Y sobrevive de milagro porque dicha amenaza aún les persigue sin que se sepa el motivo ni que dé señales de retroceso. Además, en la más pura tradición shonen/mecha, el héroe salvador es un joven recién llegado que sin embargo muestra un talento inusitado para el combate a través de de los gigantescos mechas empleados para la defensa del transbordador. El desarrollo de su relación con el resto de habitantes de la colonia humana y su papel fundamental en la defensa de la misma será el eje en torno al cual se vertebra la historia durante la primera temporada. 

Su misterioso origen se irá desvelando poco a poco mientras su desconocimiento del entorno y sus diferencias con el resto de seres humanos servirán de recurso humorístico. Producto de una catástrofe ocurrida 100 años antes que casi aniquila la población y los recursos de la nave, fue necesario emplear técnicas de clonación y modificación genética que permitiría a las personas alimentarse por fotosíntesis a fin de recuperar los números perdidos. Un porcentaje no especificado de los clones son individuos intersexuales que pueden desarrollar atributos masculinos o femeninos en función de su elección de pareja. Es un caldo de cultivo suficientemente pintoresco para para contrastar el dramatismo de una historia donde la humanidad se enfrenta cada día a una posible extinción que le acecha a la vuelta de la esquina. 



Un aspecto interesante es el tratamiento que recibe este enemigo, denominado Gauna. Una forma de vida ambigua y con escasas señales de inteligencia que se comporta más como un mortal fenómeno natural fuera de control que como un villano de espurias intenciones. No existe un trasfondo que explique su existencia ni forma alguna de comunicación que ayude a entender cómo y por qué actúa contra los humanos a pesar de la cantidad de estudios científicos realizados, algunos de ellos algo extremos. Esto produce una sensación de incertidumbre constante al no saber contra qué se está lidiando a la vez que provoca una reflexión sobre los límites de la ciencia. 

Ya que hablamos de ciencia, es destacable que las leyes físicas sean generalmente respetadas, con resultados que dan una cierta verosimilitud a la historia. Otro de los detalles que dan realismo a la historia y que resulta especialmente llamativo: los uniformes de los pilotos y demás personal de mando y mantenimiento de la nave están hechos polvo. Al igual que otros elementos arquitectónicos a los que se les nota el desgaste del uso continuado. Parece una elección estética sin demasiada importancia pero proporciona información adicional sobre el tipo de mundo en el que habitan sin necesidad de explicaciones y es un bienvenido contraste frente a otros títulos del género donde bajo similares circunstancias todo sigue pareciendo nuevo y reluciente. Los guerreros de Sidonia han recibido muchos palos y se nota. El aspecto general es mayormente sombrío acorde a la atmósfera de la historia, pero no por ello carente de festín visual a la hora de abordar las secuencias de acción. La elección de emplear animación 100% digital ha sido un gran acierto para esto último a pesar de actuar en ligero detrimento de la expresión facial de los personajes. 

El aspecto que realmente cojea es el acompañamiento musical. Su banda sonora es correcta y con mayor tendencia al suspense y el minimalismo atmosférico, lo cual choca frontalmente con su apertura ecléctica en la primera temporada que combina con un escaso sentido del ritmo el dance con melodías de corte épico, creando un tema del que prefieres olvidarte de forma casi instantánea. Igualmente desconcertante es el tema de cierre que mezcla pop y metal de forma muy desafortunada. 

Sidonia no Kishi no pasará a la historia como uno de los mejores anime de ciencia ficción pero es una de las propuestas más interesantes de 2014 con elementos suficientes para convertirse en un título de culto.

Ficha Técnica


Nombre Original: Sidonia no Kishi

Director: Kōbun Shizuno

Estudio: Polygon Pictures

Año: 2014

Género: Mecha, ciencia ficción, comedia

Categoría: Shonen