-¡Sector huracan; has caĆ­do en el huracĆ”n, retrocedes hasta la puerta de entrada y el viento te arranca la camiseta, tienes que tirarla lo mĆ”s fuerte que puedas y jugarĆ”s sin ella hasta que el juego te lleve lo bastante cerca de ella para poder recuperarla sin estirarte! - dice ZombiD, ajustĆ”ndose el antifaz negro.

   -¡Pues tĆŗ estĆ”s en el vĆ³rtice devoluciĆ³n: todo lo me afectarĆ­a a mĆ­, en realidad se te devuelve a ti! - me defiendo. Yo tambiĆ©n llevo un antifaz, pero en mi caso es un paƱuelo al que le he hecho dos agujeros para los ojos; es amarillo y lleva escrito en rojo "Hulk Rules".

   -¿¡QuĆ©?! ¡No es justo!

   -¡Lo es! ¡Ya conoces las reglas del Calvinball!

   -SĆ­... - gruƱe ZombiD - Usar antifaz, todo vale y no puedes jugar dos veces con las mismas reglas. Pero entonces, ¡he caĆ­do en la zona de la equitatividad, y durante Ć©ste turno, todo se nos aplica a ambos, tĆŗ vuelves a la salida conmigo, y sin camiseta!

   -¡Tengo un decreto que me salva! 
  
   -¡Ouch, maldito Decreto Salvador!

   Hoy hacĆ­a demasiado sol para salir a la calle, de modo que nos hemos quedado a jugar en casa, y hemos hecho un circuito larguĆ­simo por toda la mazmorra para jugar Calvinball*. Uno podrĆ­a pensar que quedarse en casa, es un plan aburrido, pero no es conveniente dar las cosas por sentadas, con frecuencia, hay mĆ”s cosas posibles de las que pensamos, y otras que no son lo que parecen. Eso es lo que sucede en el Laberinto, pelĆ­cula que veremos en nuestro Cine Freak Salvaje de hoy: Dentro del Laberinto.


      Nos encontramos en un idĆ­lico bosque, y una bella princesa se dirige a alguien a quien no vemos para pedirle, para exigirle mĆ”s bien, que le devuelva al niƱo que le ha robado, pero a mitad de su peticiĆ³n, la joven olvida lo que debe decir. Por que en realidad, no estĆ” diciendo nada, sĆ³lo estĆ” declamando pĆ”rrafos de una obra teatral que adora en un parque. En ese preciso momento se pone a llover y Sarah, la chica que nos ocupa, se vuelve corriendo a casa, donde la espera la gris realidad de la que con sus fantasĆ­as intenta escapar. Su padre, viudo, se ha vuelto a casar con una mujer que no es precisamente del agrado de Sarah y han tenido un bebĆ©, quien es todavĆ­a de menos agrado para la chica. Y lo que ya no es de absolutamente ningĆŗn agrado para Sarah, es tener que quedarse a cuidar del bebĆ© mientras sus padres salen de fiesta. Asqueada del llanto y las molestias que le causan tener que cuidar del pequeƱo, Sarah se deja llevar por su enfado y formula un deseo en voz alta: "OjalĆ” vinieran los goblins y se te llevaran ahora mismo". Y como decĆ­an por ahĆ­, "cuidado con lo que deseas; se te puede conceder". 

    Jarret, el PrĆ­ncipe de los Goblins (David Bowie) atiende a su peticiĆ³n y se niega a devolver al bebĆ©. Si Sarah lo quiere, tendrĆ” que ir ella a buscarlo. ¿A dĆ³nde? Al reino de los goblins, al Laberinto, lugar donde todo es posible y nada es lo que parece. 

    Sarah sabe que si sus padres vuelven y no encuentran al niƱo, no puede decirles sencillamente que
el prĆ­ncipe de los goblins se lo ha llevado a peticiĆ³n suya y no lo piensa devolver... podemos estar seguros de que, al inicio de su aventura, es sĆ³lo esa responsabilidad, ese "miedo" el que la empuja a enfrentarse a Jarret, pero, al igual que todas las heroĆ­nas de la fantasĆ­a que se ven obligadas a dejar su mundo para entrar en un reino imaginario (como Alicia, Dorotea...), conforme avance, irĆ” aprendiendo cosas y empezarĆ” a ver sus ideas desde otro punto de vista. En el Laberinto, Sarah crece como persona, porque la funciĆ³n del Laberinto es precisamente esa: hacerte cambiar, aunque a veces te haga cambiar en un goblin. De ese modo, Sarah entra en el lugar como una niƱa terca y caprichosa que pretende hacer en todo momento su voluntad y cada vez que algo no es su capricho, "no es justo". Como el propio PrĆ­ncipe le dirĆ” "me gustarĆ­a conocer tu idea de la justicia". Al avanzar la cinta, obligada a confiar en criaturas como Haggel, dejarĆ” de centrarse en sĆ­ misma para darse cuenta de que los demĆ”s, tambiĆ©n tienen sus propias preocupaciones y sus problemas y que ella no es el centro del mundo como parecĆ­a creer. 

  En ese aspecto, Dentro del Laberinto, puede verse de niƱa y de adulta y encontraremos la lectura completa cuando nosotros tambiĆ©n vamos creciendo y dĆ”ndonos cuenta de las cosas. La primera vez que vi esta peli, yo contaba apenas seis aƱos de edad y vi una fantasĆ­a maravillosa que me robĆ³ el corazĆ³n. La siguiente vez que la vi, tenĆ­a ya doce aƱos y me di cuenta de que Sarah no es la "hermana mayor gritona, protestona y sin paciencia" que yo pensaba, sino una niƱa dolida que piensa realmente que nadie la quiere. Ha tenido a su padre para ella sola durante muchos aƱos, y ha idolatrado a su madre, actriz de la obra cuyos pĆ”rrafos ella repite sin cesar, como a un Ć”ngel que cuidaba de su padre y ella. Al volverse a enamorar su padre, siente que le han quitado todo lo que tenĆ­a, que su padre traiciona el recuerdo de su progenitora y que a ella ya no la quiere, que ya sĆ³lo quiere a su nueva mujer y a su nuevo bebĆ©; su primera mujer estĆ” enterrada, y con ella tambiĆ©n su primera hija. Buscando el cariƱo que le falta, se fija en el PrĆ­ncipe de los Goblins quien, como villano que es, se ve seducido por sus defectos. Su inseguridad, sus celos, su desesperada bĆŗsqueda de atenciĆ³n, la convierten tambiĆ©n a ella en una goblin, en un pequeƱo monstruĆ­to de egoĆ­smo, y esa debilidad, es lo que convierte a Jarret en poderoso... quien tampoco es el malo abusĆ³n y fastidioso que yo creĆ­ ver en mi niƱez.


   Jarret, por encima de todo, es un hombre enamorado. Y como prĆ­ncipe, es fascinador y fascinante como el hada que es. Se sirve del arma del glamour para seducir a Sara, para obnubilarla con el brillo que Ć©l emite, para intentar manejarla a su antojo como maneja los sueƱos... pero como hombre, es demasiado dĆ©bil para admitir la fuerza de sus sentimientos y prefiere intentar  mantener la dominaciĆ³n sobre la joven, antes que arriesgarse a una relaciĆ³n de iguales, por la sencilla razĆ³n de que Ć©l, tambiĆ©n estĆ” asustado. ¿Hay alguien a quien no le dĆ© miedo el amor? Como nota divertida: mientras eres niƱa, miras el porte de Jarret, su cabello, sus ojos, sus manos haciendo girar las bolitas de cristal... Pero cuando te das cuenta del Bulto que le hacen las mallas, sabes que has crecido. Y cuando te importa un pito y sigue fascinĆ”ndote la historia, sabes que jamĆ”s madurarĆ”s. 

   En su periplo, Sarah hace amistad con varios seres del Laberinto, y el dulce cobarde de Haggel es el mĆ”s representativo de todos. Haggel es uno de los goblins, no es agraciado fĆ­sicamente, es cojo y le gusta todo lo brillante como a las urracas. En un principio, no siente ninguna simpatĆ­a por la joven, a quien toma por una marisabidilla, pero con el tiempo, descubrirĆ” que la amistad es un bien demasiado valioso, mĆ”s aĆŗn que las joyas que colecciona, y al igual que Sarah pasarĆ” su aprendizaje, tambiĆ©n Haggel aprenderĆ” a enfrentarse a sus miedos. El goblin, como mucha gente, parece pensar que la valentĆ­a, es la ausencia de miedo, pero como dijo Ulises "sĆ³lo quien tiene miedo, conoce la grandeza del valor".

   Durante la dĆ©cada de los ochenta, el cine viviĆ³ un corto romance con la fantasĆ­a mĆ”s "purpurinesca"
(hadas, gnomos, duendes...); los adelantos en materia de animaciĆ³n por ordenador y efectos especiales, hacĆ­an posible producciones de fantasĆ­a alejadas de la stop-motion propia de cintas como la clĆ”sica Furia de titanes. Mientras los niƱos veĆ­amos en televisiĆ³n la serie Dragones y Mazmorras o He-man, los adolescentes veĆ­an Gremlins o La historia interminable. A principios de la dĆ©cada, Frank Oz ya habĆ­a llevado a cine la historia fantĆ”stica de dos gelfings que intentaban reparar un cristal para traer de nuevo la armonĆ­a a su mundo en la incomprendida Cristal Oscuro. Desgraciadamente, la cinta fue prejuzgada como infantil al estar interpretada Ć­ntegramente por marionetas ("muppets"), pero su tono era en exceso tenebroso como para gustar a los niƱos pequeƱos, y al carecer de un pĆŗblico-destino concreto, fracasĆ³ (hoy dĆ­a, la historia le ha hecho justicia y es un tĆ­tulo de culto. Recordadme que os hable de ella). Oz no pretendĆ­a que aquĆ©llo le sucediese de nuevo, de modo que intentĆ³ dar a la cinta una atmĆ³sfera mĆ”s alegre y cercana al espectador y tambiĆ©n por ello quiso contar con una estrella como Bowie para el papel masculino principal. 

    TambiĆ©n en la banda sonora tuvo voz David Bowie; en un principio, Oz pretendĆ­a hacer una banda sonora de mĆŗsica con sabor medieval y fantĆ”stico, pero el mĆŗsico le sugiriĆ³ hacer algo radicalmente distinto: una banda sonora de rock. Oz se mostrĆ³ de acuerdo con una condiciĆ³n: que cantase Ć©l. Esa buena idea, nos condujo a canciones tan emblemĆ”ticas como Magic Dance o Within you:



    Dentro del Laberinto es una fĆ”bula sobre el crecimiento no sĆ³lo fĆ­sico, sino intelectual, y sobre la necesidad de buscar amor y encontrarlo, quizĆ” no del romĆ”ntico, pero amor al fin y al cabo. Su final, atĆ­pico para una cinta de fantasĆ­a, nos deja muy buen sabor de boca y la simpĆ”tica sensaciĆ³n de que Jarret no ha dicho aĆŗn su Ćŗltima palabra para con la protagonista. Es una cinta no sĆ³lo tolerada, sino muy recomendada para que los niƱos empiecen a amar el cine. Cinefiliabilidad 3, lo que significa que es facilĆ­sima de ver y ha envejecido maravillosamente bien. 

Lo mejor: la animaciĆ³n y los efectos especiales. 

Lo peor: El pensamiento de que quizĆ” todos los goblins sean niƱos perdidos... glups. 

El toque: El "sabio" cuyo sombrero es un pĆ”jaro que habla y se queda frito poco despuĆ©s de dar un consejo de dudosa utilidad a Sarah, es Frank Oz. SolĆ­a bromear con patentar su "sistema de pĆ©rdida de peso", pues el armazĆ³n del disfraz pesaba cerca de veinte quilos y le hacĆ­a sudar como un loco por el calorĆ³n que daba. 


* Calvin y Hobbes.