-Lo siento, TiĆto Creepy. – Me disculpo e
intento aparentar apuro, pero lo cierto es que la pelĆcula de terror giallo que
nos ha puesto para analizar es bastante pesada, y, bueno,… En fin, mientras
ZombiD termina de limpiarse sin dejar de sonreĆrme y el muy paciente TiĆto
Creepy vuelve a su debate sobre la pelĆcula, yo no puedo sacarme de la cabeza
los besos de ZombiD, de modo que lo aprovecharƩ para tratar un tema mucho mƔs
agradable que el terror de casquerĆa. Diez besos inolvidables de la Historia
del Cine.
FĆjense mis lectores que no he dicho “los
diez mejores besos”, porque siempre he pensado que eso de “mejores” es algo que
depende, y mucho, de los gustos de cada quien y como los mĆos son tan
especiales, serƔ mejor que intente ser lo mƔs imparcial posible, y citarƩ
aquƩllos que puedan parecer mejores o peores, pero que por unas u otras
razones, son realmente memorables. Y ahora, como dijo Juanma Iturriaga “Iremos
de arriba abajo, no por razĆ³n alguna, sino porque nos apetece”:
10. ¿QuiĆ©n dijo que en el cine de acciĆ³n, no hay
romanticismo? AquĆ nos encontramos en una cinta futurista cuyo tĆtulo ya
denotaba que no nos Ćbamos a encontrar ningĆŗn monĆ³logo shakespeariano,
Demolition man. En ese hipotĆ©tico y poco utĆ³pico futuro, las relaciones
carnales o “actividades de intercambio de fluĆdos” han sido desterradas por insalubres y
sustituidas por realidad virtual. O sea, como jugar al pong en lugar de al
tenis: no hay contacto carnal, pero tampoco te tienes que depilar. Una birria,
vaya. Bien, allĆ llegĆ³ nuestro Stallone calzĆ”ndose las botas del policĆa John
Spartan e hizo que la agente Lenina Huxley (Sandra Bullock), no sĆ³lo se
replantease el asco que le daba el intercambio de fluĆdos, sino que se derritiĆ³
de la gorra a las botas.
9. Si existe un clƔsico moderno por
excelencia, es Indiana Jones en busca del Arca Perdida. Spielberg dio en el
blanco con la magia que le caracteriza y que explotĆ³ tan bien durante casi dos
dĆ©cadas, al dar a todo el pĆŗblico algo Ćŗnico: a los mayores de treinta, les dio
algo que llevaban casi veinte aƱos sin ver, y era cine de aventuras. Y a los
menores de treinta, les dio algo que no habĆan visto nunca, y era cine de
aventuras. Madres e hijas por igual se enamoraron de Indiana Jones y la escena
del beso con Marion no pudo ser mĆ”s hilarantemente tierna con su “¡Por Dios,
Indy, ¿dĆ³nde NO te duele?!”. Toques como ese, hacen de una pelĆcula, una
genialidad, y de una escena de amor, algo completamente natural y que goza de
romanticismo sin caer en lo empalagoso o ridĆculo.
8. Antes del color, e incluso antes del sonido,
los actores ya se besaban, si bien de una manera bastante mƔs cƔndida que
ahora, que consistĆa simplemente en dejar que los labios se tocaran y ya estĆ”.
Sin embargo, aĆŗn dentro de esa candidez, hubo un actor que dotĆ³ por primera vez
de picaresca a un beso, y fue nada menos que el “eterno clown”, Charlie
Chaplin, en La quimera del oro. Cuando a Ć©l y a su chica, la dulce Georgia
Hale, de casualidad se reencuentran, un fotĆ³grafo insiste en tomarles una foto.
Los protagonistas se miran… se sonrĆen… y antes de que nos demos cuenta, se
estĆ”n besando, ante la rabia del fotĆ³grafo, que se queja de que le han
estropeado la foto, mientras Chaplin le hace un gesto de desdƩn con la mano.
Ternura y un ligerĆsimo erotismo comparten una escena llena por igual de
dulzura y picardĆa.
7. No sĆ³lo los actores de carne y
hueso, ni sĆ³lo los humanos se besan. En el aƱo 1955, Walt Disney nos informĆ³
que habĆa una sola cosa en el mundo que el dinero, jamĆ”s podrĆa comprar, y era
el movimiento de la cola de un perro. En la maravillosa La Dama y el Vagabundo,
Disney nos ofreciĆ³ una sentida historia de amor entre una perra de buena
familia, formal y fiel a sus amos, y un perro correcalles que disfrutaba siendo
simpĆ”tico cada dĆa con una familia diferente y sacando partido tanto de ellas,
como de las quinientas novias caninas que tenĆa. Para la posteridad quedĆ³ su
cena a base de spaghetti en la trastienda del Ristorante de Tony y la preciosa
balada Bella Notte.
6. Particularmente, las comedias romƔnticas no
son santo de mi devociĆ³n, mucha parte cĆ³mica han de tener para que yo consienta
con el romanticismo, parte que suelo encontrar artificiosa, relamida y cursi.
Bien, la excepciĆ³n fue Usted primero, cinta francesa del aƱo 2003,
protagonizada por Daniel Auteuil (el de Salir del armario, recordadme que os
hable de Ć©sta peli en invierno), JosĆ© GarcĆa y Sandrine Kiberlain. Dejando
aparte la innegable comicidad de la cinta y el descaro de la historia, el
romanticismo es sustituido por algo tan natural como un proceso de
enamoramiento, si bien no completamente voluntario, de modo que cuando para
disimular, los protagonistas tienen forzosamente que besarse, el beso empieza
como algo mecƔnico para pasar a algo apasionadamente incontrolado pocos
segundos mƔs tarde, y casi enseguida a un acontecimiento en el que los dos se
recrean y saborean. Si os encontrĆ”is con un beso mĆ”s largo y apasionado que Ć©ste y no lo dan los villanos, es que estĆ”is viendo una porno. (SĆ© franca, Dita. Parte de la decisiĆ³n de meter este beso,
se ha visto condicionada por que el Auteuil es uno de tus fetiches, ¡que te has
tragado hasta “Oculto” sĆ³lo porque salĆa Ć©l! Pues sĆ, ¿y quĆ©? ¿No llevo yo la
secciĆ³n? Pues se mete Ć©ste beso, y a callar todo el mundo).
5. No todos los besos han de
tener una intenciĆ³n erĆ³tica, o romĆ”ntica. Un beso es una demostraciĆ³n de cariƱo
y ternura, y pueden perfectamente ser dados por amistad a una criatura dulce y
amable que nos partiĆ³ el corazĆ³n con su deseo de comunicarse con los suyos. En
la cinta E.T., la ahijada de Steven Spielberg, una adorable niƱa rubia con
coletitas llamada Drew Barrymore, despuƩs de llevarse un buen susto con el
huĆ©sped que su hermano Elliot habĆa metido en casa, lo tomaba poco despuĆ©s de
compaƱero de juegos y le vestĆa casi de drag-queen. Finalmente, y ante el
llanto emotivo de todos los espectadores, le obsequiaba con un besito en la…
suponemos que nariz de E.T.
4. Frank Oz, no sĆ³lo fue la voz
de la cerdita Peggy de los teleƱecos, tambiƩn tuvo muy buenas ideas para el
cine y sobre todo para pelĆculas cĆ³micas, siendo uno de los humoristas que se
forjaron en el programa de los setenta Saturday Night Live!, de donde salieron
otros de la talla de Dan Aykroyd o Bill Murray. Una de las ideas de Oz, dejĆ³
literalmente sin habla a toda la sala. Y yo lo sƩ, porque estuve en una. Y la
reacciĆ³n de todo el cine fue un “¡AH!” ahogado al unĆsono como si lo llevĆ”ramos
ensayando cuatro meses. Yo tenĆa diecisĆ©is aƱitos por entonces, pero daba
igual, los que tenĆan sesenta, tampoco habĆan visto nunca aquello en una
pelĆcula tolerada y orientada al pĆŗblico de masas y no a los crĆticos o a los
gafapastas: un beso entre dos hombres. La cinta era In & out, protagonizada
por Kevin Kline encarnando a un sencillo profesor de instituto de un dulce
pueblecito de la AmƩrica profunda, profesor que verƔ su mundo entero patas
arriba, cuando uno de sus antiguos alumnos diga que se inspirĆ³ en Ć©l, para
encarnar en Hollywood a un homosexual.
3. Existe la molesta creencia de
que en las comedias, las comedias orgullosas de serlo y no las romƔnticas, los
besos no existen o no se dan bien. Nada mƔs alejado de la realidad, y para
muestra un botĆ³n, o un pez. Un pez llamado Wanda. El estiradĆsimo abogado
Archie Leach, encarnado por un inigualable John Cleese (cuando es Monty Python,
lo es toda la vida), verƔ su ordenada vida convertida en un terremoto portƔtil
debido a la seductora Wanda, una guapĆsima Jaime Lee Curtis, quien intentarĆ”
primero encandilar a Archie a fin de averiguar el paradero del jugoso botĆn del
robo en el que ella tambiƩn ha participado. Cuando el abogado, por Ʃtica, se
niegue a darle informaciĆ³n del caso, la joven cambiarĆ” de estrategia y le
confesarĆ” que se le ha acercado porque le desea. Archie, casado y absolutamente
inglĆ©s, no sabrĆ” ni cĆ³mo reaccionar, y serĆ” Wanda quien reaccione por Ć©l,
robƔndole un beso nada casto mientras habla por telƩfono y huyendo del despacho
ante su anonadada visita despuĆ©s, en medio de un ufano “¡AdiĆ³s, tĆo Archie!”.
El descaro, tenĆa nombre propio. Y talla noventa de sujetador.
2. Ninguna lista de besos
memorables del cine estarĆa completa sin un beso de los que matan. En Ć©ste
caso, literalmente. Era ya la cuarta entrega de las aventuras del SeƱor de las
Pesadillas y Elegido de los Demonios del SueƱo, mƔs conocido como Fred Kruegger
y Freddy para los amigos; despuƩs de tres producciones, uno no se saca de la
manga (o de la garra) muertes imaginativas asĆ como asĆ, pero los guionistas lo
lograron una vez mƔs. La protagonista, asesina indirecta, llevaba a sus
insĆpidos amigos a sus pesadillas (quĆ© rica, la nena. No les puede llevar al
cine, no. Menos mal que no les llevĆ³ a AfganistĆ”n; con amigos asĆ, no necesita
uno enemigos, vamos…), y una de ellas, superdotada (de inteligencia… a ver quĆ©
vais a pensar) y asmĆ”tica llama la atenciĆ³n de nuestro Freddy, que en el fondo
es un enamoradizo, y decide examinarla de lengua (ahora sĆ podĆ©is pensar mal).
Para apasionado, Ć©l.
1. Y por Ćŗltimo, y con muy
especial afecto, es preciso nombrar uno de los besos mƔs bonitos de la historia
del cine, El hombre tranquilo. DespuƩs de lograr que el hermano de Mary Kate
(Maureen O´Hara) transija con el noviazgo, despuĆ©s de dar esquinazo a su
carabina, despuƩs de perseguirla por media Irlanda, Sean Zorton (John Wayne) y
Mary Kate llegan nada menos que a un cementerio y se desata una tormenta de las
que se jactan de serlo, y bajo la lluvia…
John Wayne vino a demostrar que no era sĆ³lo un vaquerazo, ni un hombre rudo, ni
un calzones de hierro, sino que podĆa perfectamente ser un galĆ”n si le daba la
gana, y dejar a la altura del betĆŗn a otros actores mucho mĆ”s atractivos que
Ć©l.
Bueno… Ć©stos han sido los
elegidos. Hay muchos otros, claro estĆ”, que se han quedado en el tintero… el
que Cary Grant le dio a Priscilla Lane en ArsĆ©nico por compasiĆ³n, el que Jack
Lemmon le dio a Juliet Mills en ¿QuĆ© ocurriĆ³ entre mi padre y tu madre?, el de
Clint Eastwood y Shirley McLaine en Dos mulas y una mujer, el que FalbalĆ” dio a
Asterix en La sorpresa del CĆ©sar, el que John Cleese le dio a Jaime Lee Curtis
en Criaturas feroces… Y hasta el que John Travolta dio a Kirk Douglas.
Todos esos besos, y muchos otros
mƔs, y mucho mƔs cine, la semana que viene.
“¿CĆ³mo te gustan los besos,
rĆ”pidos o lentos?” Si no coges Ć©sta frase, tienes que ver mĆ”s cine.
2 Comentarios
Es muy difĆcil decidir entre todos los besos que hay en la historia del cine. PodrĆamos mencionar para comenzar "the kiss" (¡¡1896!!), que fue el primer beso de la historia del cine, o si vamos a mencionar besos que no tienen nada de romĆ”nticos, el que le da Al pacino a su hermano Fredo (John Cazale) en El padrino II (“SĆ© que fuiste tĆŗ, Fredo – me rompiste el corazĆ³n”). O peor, el beso que le da la Madre (asĆ, con mayĆŗsculas) de Rocco Dillon a Frank Drebin en "AgĆ”rralo como puedas 33 1/3, El Insulto Final", retirada de dentadura postiza incluida (quĆ© forma de cortar el rollo, y eso que estaba Anna Nicole Smith en baƱador justo al lado).
ResponderEliminarPor otro, si es para besos romĆ”nticos, yo elegirĆa el Ćŗltimo beso que se dan en "La Princesa Prometida", con puesta de sol al fondo y todo. Es tan romĆ”ntico que no es apto para diabĆ©ticos. O cualquiera de los que Red Butler le da a Scarlett O´hara en "Lo que el Viento se LlevĆ³".
Vamos, que tienes material de sobra para hacer mƔs de 100 posts acerca de besos (por lo menos uno por aƱo de la historia del cine :P).
El beso de Michael a Freddo... a mĆ me pone la piel de gallina. Michael es un tĆo frĆo y despiadado, y en ese momento, estĆ” a punto de llorar, "Me destrozaste el corazĆ³n". AsĆ le ....SPOILER-SPOILER- AsĆ le da en la tercera el ataque que le da, "¡He matado a mi hermano! ¡Freddo!" FIN DEL SPOILER. Siempre digo que el Padrino III no me gusta, pero sĆ³lo por la actuaciĆ³n de Paci, merece la pena cien veces.
ResponderEliminarSe respetuoso o se borrarĆ” tu comentario. Gracias.