-¿Y cómo dices que
se llaman? – pregunta Freddy - ¿”terrorijas”?
-Cerca, torrijas. ¡Vladi, las vas a dejar
secas, deja de beberte el vino dulce…! – Vladi sonríe y se le escapa un
“¡hip!”. Hemos hecho las torrijas entre todos y la verdad que han quedado muy
bien, sobre todo las de leche, que son mis favoritas. Llegamos a una época del
año que también es especial, y como a mí las fiestas me gusta celebrarlas,
haremos un pequeño paréntesis en nuestro “cine que ya tendrías que haber visto”
para hablar de “cine que sólo se ve en Semana Santa”. Así que vamos a darle al
péplum (cine de romanos) y a las superproducciones bíblicas. ¡A chincharse! Y
empezamos con el clásico semanasantero por excelencia: Ben Hur.
Alguno de vosotros quizá esté releyendo el
párrafo anterior, convencido de que se ha saltado algo, pues no se ve a Chus
por parte alguna… y es verdad, habéis leído bien. No es hasta más tarde que el
Redentor hace un pequeño cameo y sólo al final de la cinta vuelve a salir, y es
que aunque la película lleve por subtítulo “un cuento de JesuCristo”, su
grandeza reside precisamente en eso: en hacer que Él esté sólo muy de pasada.
Sabemos que estamos viendo una producción con un hondo trasfondo religioso y
cristiano, pero el protagonista, es Judá y su venganza; Chus, aunque su
presencia pueda ser más o menos notable en muchos momentos de la cinta, en
realidad aparece en muy pocas ocasiones, no llega a hablar y ni siquiera se le
ve la cara. Eso consigue, en primer lugar, que nos centremos en todo momento en
Judá; la intriga y el guión son apetecibles y no se trata de una película
santurrona ni aburrida. En segundo lugar, el director William Wyler consiguió
con no mostrar el rostro de Cristo, lo mismo que otros directores de cine de
miedo al no dejar ver al monstruo: aumentar la expectación sobre Él.
El personaje de Judá y su
relación con Mesala han dado mucho que hablar en la historia del Cine.
La
película nos cuenta la historia de una traición y una venganza, pero la
traición de Mesala hacia su antiguo amigo judío, pese a ser la más evidente, no
es remotamente la única. Por su parte, Judá traiciona también a Mesala, pero no
en su amistad, sino en su amor. Mesala, quien dice que “no hay nada más triste
que un amor no correspondido”, tiene que experimentar esa tristeza al darse
cuenta de que Judá no le ama, y en su despecho, intenta destruirle a él y todo
a cuanto sí ama. Si bien se trata de una homosexualidad velada y sugerida
(estábamos en el año 1959, aún faltaba mucho para la liberación sexual), se
trata de algo que podemos ver en muchos detalles que se le escapan al Tribuno.
El modo de mirar a Judá, de quedársele embobado diciéndole “qué bueno eres…”,
excede con mucho el cariño fraterno, por no hablar del detalle, ya muy avanzada
la cinta en que Mesala, pese a estar en juego su propia vida, se obstina en que
no le amputen las piernas “para no recibirle con el cuerpo mutilado”, y es que
tribuno, romano, traidor, despreciado y despechado, pase… ¡pero imperfecto, no!
Ben-Hur es la historia de una venganza, con
toques similares al Conde de MonteCristo, pero, a diferencia de la inmortal
novela de Dumas, Judá no encuentra sal en la venganza, sino sólo vinagre,
acíbar que le envenenará el corazón y ensombrecerá sus victorias y su vida.
Nuestro protagonista crece muchísimo a lo largo de la historia; empieza siendo
un hombre fuerte para convertirse en una fiera sedienta de venganza, a quien
sólo su ansia de revancha le mantendrá vivo y con fuerzas para remar en galeras
durante años, y más tarde, cuando se dé cuenta que colmar su venganza no calma
su corazón ni le proporciona paz alguna, también verá que tiene que ser capaz
de perdonar para poder
seguir adelante.
Mención especial merece el personaje de
Esther, la mujer de Judá. Mientras que el personaje literario (Ben Hur está
basado en la novela homónima de Lewis Wallace, escrita en 1880) obedece al de
mujer sumisa y casi en la sombra, en la cinta podemos ver a una mujer fuerte no
sólo para consolar a su padre y cuidar de él, sino también para enfrentarse a
su marido y cantarle las verdades cuando las tiene que oír. Esther, hija del
mayordomo de Judá, está enamorada de éste desde que ambos eran niños, y en
principio, está prometida por compromiso a otro hombre; la caída en desgracia
de Judá, deshará ese matrimonio concertado, pero la noche antes de que se
precipiten los acontecimientos, ella y Judá protagonizan una de las despedidas
más bonitas del Séptimo Arte:
Juda: Si no estuvieras prometida, te
besaría para darte mi adiós.
Esther: Si no estuviera prometida, no
habría por qué dar ningún adiós.
La joven, precisamente por lo que ama a su
esposo, no puede dejar de decirle que está siguiendo un camino equivocado al
centrarse en su venganza constante y dejarse absorber por su rencor y por la culpa,
llegando a compararle con su mismo enemigo: “El odio te está transformando en
piedra. Te has convertido en un nuevo Mesala”. Judá, mal que le pese, se dará
cuenta de la razón de su esposa e intentará construir en lugar de destruir y
buscar consuelo y perdón en vez de venganza. Para ello, le ayudará ese nuevo
profeta por quien Esther siente tanta devoción, “el hombre de Nazaret” como
ella le llama, si bien Judá no llegará a oírle, puesto que llegan en el momento
de su crucifixión.
Ben-hur es una película extraordinaria.
Tanto en medios, como en guión, como en actuación, como en banda sonora; merece
la pena verla, no se hace larga aunque lo sea. Pero se trata de una cinta muy
emotiva, con escasos toques de comicidad, y que dura tres horas bien largas.
Cinefiliabilidad 8.
“Siempre usas esa palabra. Y no creo que
signifique lo que tú crees”. Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.
3 Comentarios
Has empezado fuerte esta sección. Buena forma de empezar ;).
ResponderEliminarTienes razón, la peli es un peliculón, se nota la mano de William Wyler. Se merece los once óscars que tiene.
Una curiosidad: Debes de tener el cartel en inglés, porque en el cartel anunciador en español aparece la frase "Una historia de los tiempos de Cristo". Bastante más acertada.
Y hablando de frases: No pillo todas las frases que pones al final (muchas las tengo que buscar por ahí para ver a qué peli pertenecen), pero ésta me ha llegado al corazón. Gracias ;).
¡Gracias a ti por leer y comentar!
ResponderEliminarSí, la frase "Un cuento de Jesucristo", si recuerdo correctamente, aparece justo al inicio de los títulos de crédito. Aunque la frase en español sea correctísima, dado que Chus aparece poquísimo, se puede notar la "presencia" del mismo en todo el viaje de Judá, por eso creo que la frase anglosajona es también buena.
Jejejejejeje... reconozco que a veces soy muy rebuscada con la frase final; incluso ésta, que se trata de una cinta conocida, no es tan emblemática como muchas otras de la misma, ¡me alegra que te haya gustado!
¿Cómo no me iba a gustar esa frase? ¡¡Inconcebible!! XD.
ResponderEliminarSe respetuoso o se borrará tu comentario. Gracias.