Estábamos a principios del siglo XX, los años locos, los periódicos se
editaban por miles, la alfabetización universal era (casi) una realidad,
y las noticias llegaban a una cantidad personas inimaginable unos años
atrás. Y en los periódicos, no sólo había noticias y pasatiempos, sino
también algo más: cómics.
El primer personaje editado en los
Estados Unidos, fue Yellow Kid, El Muchacho Amarillo, que contaban las
aventuras de un niño chino y en un principio eran muy simples, si bien a
éste lado del Atlántico ya habíamos visto las aventuras de Max y
Moritz, dos traviesos niños alemanes (bueno, más que traviesos, algo
gamberros), cuyas aventuras ilustradas y contadas en verso, se
consideran precursoras del cómic, y como uno era rubio y otro moreno, no
falta quien dice que son los “abuelitos” de Zipi y Zape…
Muy pronto, estas tiras de periódico tuvieron derecho a espacio propio y empezaron a editarse los llamados “periódicos infantiles”, o revistas de cómics. Mientras que en España y prácticamente en toda Europa nos centrábamos en la historieta de humor, al otro lado del charco, el grueso de la producción tebeística, se la llevaban de calle los superhéroes, mientras que las historietas costumbristas, como Snoopy y Carlitos, se limitaban a su espacio al pie de página de los periódicos.
Tras esta pequeña introducción, damos un salto hasta los años cincuenta para revisar las primeras adaptaciones a la pantalla de los superhéroes. En principio, fue Superman el primero en tener su espacio televisivo (llegó a la gran pantalla, pero con un único título, Superman contra los hombres topo, de la serie B), con Las aventuras de Superman, protagonizada por George Reeves en el papel del superhéroe. La serie, que intercalaba cortas secuencias de animación para simular el vuelo del personaje, se mantuvo durante siete temporadas (de 1951 a 1958), y Reeves, que no estaba conforme desde el inicio de su contrato debido a la escasa paga y al encasillamiento que significó para él, acabó por detestar al personaje.
No obstante, no fue el único que encarnó a un superhéroe en la pequeña pantalla, Adam West (muy famoso ahora por sus apariciones como El Alcalde en la serie Padre de Familia), se metió en la piel… bueno, digamos en el chándal de Batman durante tres temporadas en la década de los sesenta. Hoy día, la serie ha envejecido MUY mal y resulta prácticamente insufrible, pero en su momento, desató la “Batmanía”, y convirtió a su protagonista en un héroe, a quien incluso llegaron a ofrecerle el papel de James Bond cuando decidió retirarse Sean Connery, pero lo rechazó. Hoy día, West hace frecuentes cameos doblándose a sí mismo en series animadas, y nunca falta el chiste que haga referencia a Batman y a cómo el hombre murciélago ha sido su… compañía, durante toda su carrera (por favor, pantallazo del logo de Batman aquí. Gracias)
En la década de los setenta, nos encontramos un nuevo superhéroe, y una nueva adaptación, El increíble Spiderman, encarnado por Nicolas Hammond (el mayor de los niños de Sonrisas y lágrimas), que protagonizó serie televisiva y trilogía cinematográfica, El increíble Spiderman, Spiderman ataca de nuevo, y Spiderman y el desafío del dragón, que ya no llegó a estrenarse en cine, y que no era ni película, sino un par de episodios de la serie juntos en vhs. Naturalmente, ninguna de éstas películas gozaban de un gran despliegue de efectos especiales, y eran consideradas meros entretenimientos para niños-adolescentes, no películas realmente dignas de tal nombre… sólo un mero producto de usar y tirar.
Pero, y aquí viene lo interesante, llegamos a la década de los ochenta, y a alguien se le ocurre hacer una película de superhéroes que sea digna de ser vista y recordada. “Creerás que un hombre puede volar”, rezaba el slogan publicitario, y contaba en el reparto con los nombres de Marlon Brando, Christopher Reeve y Gene Hackman. Superman. El cine de superhéroes, nunca volvió a ser igual. Superman contó con tres secuelas, y una especie de spin-off, Supergirl, que no obtuvo el éxito deseado. Más tarde, contó con series televisivas como Lois y Clark o Smallville, y un sinnúmero de series animadas, además de nuevas incursiones en el cine con otros actores, después del trágico accidente hípico que postró en una silla de ruedas a Christopher Reeve.
En el año 1989, el entonces no muy conocido director Tim Burton nos llevó a Gotham City para redescubrir a Batman y al Joker, en una cinta que mezcló fantasía y acción en un universo fascinante, pero con un héroe poco convincente. Michael Keaton, famoso por sus papeles de acción en cintas como Un buen policía, y que ya había trabajado con Burton en la histriónica Bitelchús, no llegó a cuajar en su papel del detective nocturno, y se vio eclipsado por el arrollador Jack Nicholson en su papel de Joker. El resto de adaptaciones del personaje de Batman, encarnado por actores como Val Kilmer o George Clooney, no hicieron sino desvirtuarlo más y más, usando villanos cada vez más bufonescos y situaciones menos creíbles. Tuvimos que esperar hasta la década del 2000 para gozar de un Batman decente y una historia asombrosa en El Caballero Oscuro, con un Joker encarnado por el malogrado Heath Ledger, y una historia POLICÍACA digna de llamarse así. De nuevo, el cine de superhéroes, nunca volvió a ser el mismo.
También en la primera década del 2000, gracias a una mayor eficacia en los efectos especiales, tuvimos una revisión de Spiderman que merecía la pena (por lo menos, no parecía que Tobey McGuire, el nuevo Peter Parker, llevase un pijama), y se abrió la caja de los truenos para el resto de adaptaciones, empezando por los X-men y Hugh Lobezno Jackman, siguiendo por Green Lantern y terminando por Los Vengadores, a quienes tenemos actualmente en la pantalla grande, después de pasar revista al conocido grupo y enseñarnos sus orígenes de forma continuada y coherente, El Capitán América, Thor, Iron Man… etc.
No falta quien acuse al cine hollywoodiense de estarse quedando sin ideas y haberse convertido en pirotecnia con las cintas de superhéroes que pueblan últimamente las salas; no faltan los puristas que señalan que las historias de Hollywood no cuentan cosas esenciales de los cómics o sólo muestran lo que la masa desea ver… particularmente, las cintas de superhéroes, me gustan mucho, porque me dan lo que deseo ver: una buena historia. Quizá sin pretensiones morales o quizá no una historia que me haga pensar o que tenga un guión apabullante… pero sí una historia entretenida y divertida.
“Si sangra, podemos matarlo”. Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.
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