-¿Pero cómo va a
estar usado…?
-“Memorias de un amante sarnoso”,
está usado, si lo sabré yo. Puedes probar con “Noches de amor y necrofilia”, por
ejemplo…
-¡Pero no es exacto!
-¡Bueno, y “sarnoso” tampoco es tu
caso, la diñaste de una piña con la moto…!
-No sé, no sé…
La acción toma comienzo en un lujoso restaurante, donde una señorona espera a su acompañante, quien llega tarde. La mujer, la sra. Clayfool pide a un botones que compruebe si éste, el sr. Ottis B. Driftwood está por allí, y el chico se pone a preguntar por él. Y Driftwood, sentado justo a la espalda de la señora, le recrimina al botones que no ande gritando su nombre por todo el comedor, que él no grita el suyo. Si esto os parece surrealista, no habéis visto nada. En pocos segundos, Driftwood le endosa la cuenta a la otra mujer con la que cenaba, se dispone a cenar con la Clayfool, o si no desayunar, le pregunta al camarero si tiene un cerdito de leche, y ya que lo tiene, que lo exprima y le traiga la leche en un vaso. Driftwood, encarnado por Julius Henry Marx, más conocido como Groucho Marx, es empleado de la sra. Clayfool, en concreto para presentarla en sociedad, pero por el momento, se ha limitado a cobrar su sueldo sin progreso alguno. Pero Driftwood la ha citado allí precisamente para encontrarse con Gottlieb, director de la Nueva Compañía de Ópera. En nombre de la sra. Clayfool, Driftwood ha hecho una generosísima donación, lo que la convierte en la nueva mecenas: “así entrará en sociedad, se podrá casar conmigo y la echarán de la sociedad. Total, lo que habrá perdido serán unos cuantos dólares”.
"¿Me sigue usted? Pues deje de hacerlo o llamaré a la policía" |
En la ópera, conocemos al tenor Rodolfo
Lasparri, un villano con más soberbia que talento, que tiene a su servicio al
bueno de Tomás (Harpo Marx), a quien sacude constantemente, pero Tomás no vive
triste por ello, tiene buenos amigos, sobre todo Fiorello (Chico Marx), y a
Ricardo Baroni, un joven corista que canta mucho mejor que Lasparri, cosa que el
público no sabe, y Rosa, la prima donna de quien está enamorado Ricardo. Ella
también le ama a él, pero Lasparri también bebe los vientos por ella. Para la
Nueva Compañía de Ópera, Gottlieb decide contratar a Lasparri, pero Driftwood
no está dispuesto a pagar los 1000 dólares por noche y decide meter mano en el
asunto. Así habla con Fiorello, quien dice ser el representante “del tenor más
grande del mundo”. Claro, él se refiere a Baroni, no a Lasparri. Sea como sea,
el equívoco da lugar a uno de los “diálogos para besugos” más famosos y
divertidos de la historia del cine:
Bien, ya embarcados para Nueva York,
Baroni no quiere dejar de ver a Rosa y se mete como polizón en el baúl de
equipajes de Driftwood, junto con Tomás y Fiorello. La escena del camarote es
algo que hay que ver, no puede contarse. Y más o menos eso es lo que sucede con
todas las secuencias, es preciso verlas.
Estrenada en 1935 por la Metro Goldwyn
Mayer, Una noche en la ópera es una cinta divertidísima, un clásico imperdible
del cine. Pertenece en concreto a la segunda época de los Marx, de donde
salieron sus mejores películas, como la presente, Una noche en Casablanca, Una
tarde en el circo o Un día en las carreras. En su primera época, donde se
sitúan cintas como Los cuatro cocos o Sopa de ganso, sus películas eran
enteramente de humor sin “moraleja” alguna, y en muchas ocasiones con un
argumento que sólo servía para enlazar los gags. La crítica se cebó con ellos,
diciendo que eran un entretenimiento pueril y sinsentido, que sus cintas no
alcanzarían la posteridad (“¿Por qué debería preocuparme por la posteridad?
¿Qué ha hecho la posteridad por mí?” G. Marx), y que los personajes Marx eran
egoístas y cínicos, que jamás ayudaban a nadie y sólo se movían por el interés.
De modo que se pasaron a otro tipo de guiones en los que, sin perder la
comicidad y el absurdo, sí tuviesen algo más de interés y se contase una
historia.
El esquema de “tres locuelos haciendo de
las suyas mientras una pareja de enamorados necesita ayuda y se la prestan” fue
muy bien y se repitió en las siguientes películas. En esta segunda etapa, Zeppo, el
cuarto hermano y más anodino de todos, desapareció de la escena, pero continuó
trabajando para el grupo, ejerciendo de representante de sus hermanos, mientras
duró su carrera. Cuando el cine dejó de ser un negocio para los hermanos Marx,
cada uno de ellos siguió carreras diferentes. En el caso de Chico, siguió con
mucho interés todas las carreras (pista: era ludópata). Groucho por su parte,
además de tener periódicas intervenciones en televisión, radio y algunos
teatros, se dedicó también a escribir, en algunos casos, en colaboración con
sus hermanos.
Una noche en la ópera es una cinta que
jamás pasa de moda. Su comicidad es inmortal y ha servido de base para muchas
otras cintas u obras teatrales. En especial, yo no puedo olvidar la sección
“Diálogo para besugos”, de Armando Matías Guiu, que aparecía en la revista
Mortadelo, durante la primera mitad de la década de los ochenta. Y cómo olvidar la serie Grouñidos en el desierto, de Ventura y Nieto que nació en 1979,y aún se sigue editando en la revista semanal El Jueves.
“De todos los cafés del mundo, aparece en
el mío” Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.
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