“... nos hemos extendido y hemos llegado a ser tantos como jamás
serán los Habsburgo o los
Romanoff...” (suspiro) Cuánta razón tiene... aspiro de mi pipa y suelto una bocanada de humo violeta que
cambia suavemente al rosa conforme se disuelve, y abrazo el libro contra mi
pecho. En mayor o menor medida, todos nos sentimos apegados al lugar donde
hemos nacido y nos hemos criado, o donde al menos no hemos establecido, donde
hemos echado raíces
y nuestra semilla se ha extendido, sea este lugar un pedazo de terreno, un
amplio ducado, o hasta una pequeña mazmorra a ras de suelo en un tenebroso
castillo. Pero todos, hasta el Conde de MonteCristo que presumía de apátrida, todos tenemos raíces. Y de eso trata nuestro Cine
que ya tendrías que
haber visto de hoy: Raíces
profundas (Shane, en el original).
La acción arranca en el oeste norteamericano, en el pequeño ranchito de los Starrett, donde viven Joe Starrett, su esposa Mary Anne y el pequeño hijo de ambos, Joey, de apenas seis años de edad. A la pequeña propiedad llega un jinete llamado Shane y el matrimonio le ofrece hospitalidad, pero apenas ven llegar a un grupo de ganaderos en el horizonte, Joe Starrett piensa que Shane es uno de sus matones y lo echa de su propiedad. Cuando en efecto llegan los ganaderos y se encaran con Joe, éste intenta, como ya ha hecho otras veces, deshacerse de ellos amenazándolos con el rifle de juguete de su hijo... pero será la presencia de Shane, quien vuelve presentándose como “un amigo de los Starrett” quien finalmente los ahuyente.
Joe se da cuenta que ha juzgado mal a Shane y se apresura a excusarse y a pedirle que se quede a comer con ellos, y el forastero accede. Joe le explica a Shane que los ganaderos que ha visto estaban acostumbrados a tener todo el terreno para ellos, y cuando él y otros campesinos llegaron a establecerse, empezaron las trifulcas. Los ganaderos, comandados por los hermanos Ryker, amenazan e intimidan constantemente a los Starrett y el resto de agricultores para intentar echarlos y no hay ley en muchos kilómetros a la redonda, de modo que tienen que aguantar a pie firme sin más arma que su orgullo, dado que se trata de personas que apenas saben empuñar un arma más que para cazar, pero desde luego no contra un semejante. Shane escucha sin decir palabra, pero esa tarde se pone a trabajar en la granja sin que nadie le diga nada. Tácitamente, todos entienden que quiere quedarse allí para ayudar.
El pequeño Joey enseguida toma a Shane
como su héroe
particular, y su mayor deseo es que le enseñe a tirar, para gran disgusto de su
madre, quien lo último
que quiere es que su hijo empuñe nunca un revólver. Pero Mary Anne no pasa apuros sólo por eso, sino por la
extraordinaria presencia de Shane (un Alan Ladd más galán que George Clooney).
Mientras la mayor parte de agricultores
colegas de Starrett son hombres de familia ciertamente poco valerosos, alguno
de ellos se pasan de valentía, y eso produce enfrentamientos dentro del mismo colectivo cuando
Shane decide no plantar cara pese a las provocaciones, lo que hace que lo
tachen de cobarde y persona con la que no se puede contar. Naturalmente Joe
sale en su defensa indicando que él le pidió que
no se buscase jaleos.
La situación se hace cada vez más tensa y los agricultores
deciden no separarse a la hora de ir a hacer compras al almacén, momento en que vuelven a
provocar a Shane y éste
ya no se calla y empieza a sacudir a ganaderos como quien sacude alfombras...
hasta que lo sujetan entre varios y empiezan a paliza skin. Momento en el que
Joe Starrett agarra algo muy parecido a un bate de beisbol y suelta “Voy a enseñar a Ryker a no
meterse con los campesinos”, y entre los dos sacuden a los ganaderos un pie paliza que, para mi perra suerte, no he conseguido encontrar en Youtube. Desgraciadamente, esto sólo sirve
para que Ryker tome medidas aún más extremas: “La
próxima vez que nos
peleemos con ellos, quedará luego en el aire el olor de la pólvora”.
Raíces profundas es una peli del oeste, una cinta hecha por y para un país que apenas tiene historia,
pero de la poca que tiene, vaya si se enorgullece. A diferencia de otras cintas
del género que se
limitaban a enfrentamientos con indios y que llevaron a que fuese considerado
un género barato, Raíces profundas trasciende el tópico del género y todos los tópicos, para convertirse en una película que encajaría perfectamente en cualquier
otra época histórica o contexto, puesto que su
tema es, en ese aspecto, simple: el fuerte que abusa del débil. Otras cintas como Los siete
magníficos hicieron
otras visiones al respecto, pero Raíces profundas no tiene la fantasía de los Magníficos, sino que es mucho más
“realista” en ese sentido.
La cinta también transmite otra lectura: Shane, el pistolero, es un hombre cansado de sí mismo y su pasado; un pistolero, un asesino, en suma... y desea cambiar de vida. Joe Starrett, con su pedazo de tierra, su mujer y su hijo, tiene todo lo que desea Shane, todo a lo que él aspira, pero como él mismo dice: “Hay hombres que nacen con un estigma. Por suerte o por desgracia, yo llevo esa mancha. Imborrable”. Mientras que el pequeño Joey, por mucho que quiera a su padre, tiene a Shane en un altar por su valentía, por su destreza con el revólver... a Shane casi le asusta que el pequeño le admire de esa manera, porque él sabe qué hay detrás con su puntería y su rapidez, y qué se consigue con ellas.
Aunque no te guste el cine del oeste, Raíces profundas es una cinta que
hay que ver, porque no se trata sólo del cine del oeste; ese no es más que el marco histórico donde encaja. Su historia,
humana y honda, va mucho más allá.
“¿¡Qué podía hacer, acusarle ante los demás de hacer trampas mejor que
yo?!” Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.
2 Comentarios
A título de curiosidad, Clint Eastwood rindió su pequeño homenaje particular a ésta cinta en el título El jinete pálido, concretamente al final, motivo por el cual comprenderéis que no diga exactamente de qué se trata, aunque sea un detalle menor.
ResponderEliminarDe Clint hay variados films que hacen honor a western " de los antiquísimos" Lo bueno es que EWastwood siempre ponía su sello personal.
ResponderEliminarFaltaría ver Django y ya me doctoro en pistolas y caballos XD.
Buen aporte Dita
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