CorrĆan los aƱos 80, cuando por televisiĆ³n daban series como Ulises 31, Don Quijote de la Mancha o Rui, el pequeƱo Cid. A travĆ©s de ellos, nuestra infancia transcurrĆa familiarizĆ”ndonos con la Odisea de Homero (en clave intergalĆ”ctica), las hazaƱas de nuestro hidalgo caballero salpicadas de humor o las andanzas del Cid Campeador en visiĆ³n infantil.
Se aprendĆa algo de historia con lo que mĆ”s nos gustaba: los dibujos animados.
Ćrase Una Vez recogiĆ³ el testigo repasando la historia a travĆ©s de personajes como Pedrito o Flor, que nos narraban sus peripecias desde el principio de la humanidad hasta la era espacial.
Al margen de series como Mazinger Z, Heidi o Marco, los dibujos con fines educativos, inundaban las pantallas.
Sobre los 90, el anime viviĆ³ un boom sin precedentes: Candy,Candy, Rurouni Kenshin, Dos fuera de serie, Campeones (Capitan Tsubasa) Dragon Ball o Los Caballeros del ZodĆaco (Saint Seiya); la cultura nipona, el espacio exterior, los dioses griegos, junto al peculiar dibujo, amenizaban la caja tonta
Sin embargo, en el mundo del papel, triunfaban tanto las historietas humorĆsticas como Mortadelo y FilemĆ³n, Zipi y Zape, 13 Rue del Percebe, Pepe gotera y Otilio, Carpanta... Que reflejaban nuestra historia en clave de humor. De paletos que nos tratamos, vamos (desde el cariƱo, claro).
Gracias a TBO, Pulgarcito o Gente Meniuda, estas publicaciones nos acercaron a la EspaƱa profunda, la que nos hacĆa reĆr pese a los problemas reinantes.
Sin embargo, tambiĆ©n hubo una explosiĆ³n de otro tipo de cĆ³mic: Los superhĆ©roes.
Este gĆ©nero (que aquĆ se pudo disfrutar desde finales de los 50, principios de los 60, con tĆtulos como Jabato o El CapitĆ”n Trueno) vivĆa una nueva era de Ć©xito con las importaciones de Estados Unidos.
La desapariciĆ³n de Bruguera propiciĆ³ la salida como setas de nuevas editoriales, como Forum o Zinco, trayendo no sĆ³lo cĆ³mic americano sino aquĆ©l del que habĆan salido los dibujos que idolatrĆ”bamos: el manga.
Pero no voy a hablaros de historia made in Spain. Solo quiero remarcar la importancia que ha tenido el cĆ³mic en nuestra cultura, como ha sido un reflejo de lo que acontecĆa a nuestro alrededor, ya fuera para aprender (como la primera parte) o la satĆrica polĆtica en la que nos vimos reflejados con publicaciones como El VĆbora, los dibujos siempre han estado presentes en nuestra vida, para aleccionarnos.
¿DĆ³nde quiero llegar? Echad un vistazo a vuestro alrededor. En la prĆ³xima entrega analizaremos los dibujos animados que nos ponen y los cĆ³mics mĆ”s vendidos. Suelen ser reflejo de nuestra sociedad...
Hasta la prĆ³xima ;)
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