“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para los campamentos romanos de Babaorum, Aquarium, Laudanum y Petibonum…”. El no reconocer de inmediato esta entradilla, debería ser motivo de multa, si no fuese verdaderamente triste andar por el mundo sin conocer al que, con toda probabilidad, sea a la vez el menor y mayor héroe que jamás ha dado Francia, por encima de D´Artagnan, De Gaulle o Napoleón: Asterix.



Hipérboles poéticas aparte, hablar de Asterix, es hablar del “Amigo de la máquina de escribir”, su eminente padre, René Goscinny, y la historia del pequeño galo, no puede abordarse sin la de su afamado progenitor. René Goscinny nace (y según sus propias palabras, enseguida se pone a crecer), en 1926 en París; apenas dos años más tarde, su familia emigra a Argentina por razones profesionales, lo que les salvará de la Segunda Guerra Mundial. Ya en su colegio, el Liceo Francés, empieza a criar fama con su sentido del humor, además de con su habilidad en el trazo, haciendo con frecuencia acuarelas artísticas de personajes Disney, así como sus primeros chistes políticos, en los que ridiculiza a Hitler y a los nazis.

Su padre muere siendo él adolescente, y eso le obliga a buscar rápidamente un trabajo para ayudar en casa, pero no le impide seguir sus estudios de Humanidades y Bellas Artes. En su periplo, se alista en el ejército y hasta emigra a Estados Unidos, donde consigue un puesto de colaborador en la revista MAD, que le permitirá “ir tirando”. Allí, conoce nada menos que a Morris, el dibujante de las historietas de un vaquero que no tiene demasiado éxito, porque son serias, pero con un dibujo caricaturesco que en sus inicios, recuerda incluso a Disney… en una palabra, el vaquero carece de identidad propia, y sus villanos, los Dalton, han sido ejecutados por la justicia. Goscinny tiene la feliz idea de aprovechar el trazo, propio de dibujo animado y no realista, de Morris, para convertirlo en una historieta de humor, dedicada al público más infantil que juvenil; algo más amable que las historietas de superhéroes, pero más inteligente que los cuentos edulcorados. Así nace, tal como hoy lo conocemos, Lucky Luke, el hombre que dispara más rápido que su sombra. Goscinny debuta con el álbum Los primos de los Dalton, donde no sólo da identidad al vaquero, sino también a los villanos más queridos del Oeste, y a la vez cuarteto de hermanos más torpe que jamás se haya visto. Por orden, Joe, William, Jack y Averell Dalton (Recompensas por ellos: Joe 50.000 $, William y Jack 30.000$, Averell… 3$). 

Su trabajo con Lucky Luke le hace ganar cierta fama, y es requerido en Francia, donde además desea publicar novelas propias, basadas en las experiencias diarias de un niño, el Pequeño Nicolás, que también tendrán un gran éxito… pero el encuentro que nos ocupa, es el que se produjo en 1951, en París, entre él y el gran dibujante Albert Uderzo. De inmediato surgirá la complicidad entre ellos y se embarcarán en su primer proyecto, las aventuras del indio Umpa-pá, publicadas también en España, aunque actualmente descatalogadas.

Tras varios años de colaboraciones y cinco álbumes de Umpa-pá, llegamos al año 1959, donde la pareja, acompañada de otros editores, se embarcan en el proyecto editorial de una revista juvenil, Pilote, y para estrenarla y convertirse en abanderado de la misma, piden a Goscinny “un héroe bien francés”. De inmediato, él y Uderzo empiezan a exprimir la materia gris, buscando en diversas épocas de la historia, hasta dar en la dominación romana, y ¿cómo podría vencer un pueblecito de galos a las poderosas legiones del César…? Mediante una poción mágica que da fuerza sobrehumana por un tiempo limitado. Goscinny y Uderzo decidieron hacer la historieta en clave no sólo de aventuras, sino también y sobre todo, de humor, y de ahí vino la llave que cautivó al mundo entero. El 25 de Octubre de 1959, quedará como fecha para la posteridad como el día en que nació el pequeño gran galo, aunque fue el 29 de Octubre cuando se produjo su presentación en sociedad, en el primer número de la revista Pilote. 

En un principio, Uderzo, consumado dibujante, deseaba hacer otro héroe al estilo de Umpa-pá, grandote, fuerte, musculoso… pero Goscinny le convenció para hacer todo lo contrario: un héroe bajito y en apariencia poca cosa físicamente, pero que su fuerza, radicase en su astucia. No obstante, para contentar a su dibujante favorito y a la vez servir de contrapunto, también le dio a Obelix. Un guerrero alto y fuerte, pero no tan astuto como su compañero (sí, en la primera aventura, Obelix era más musculoso que llen… que bajo de tórax; fue a partir de las siguientes aventuras, cuando fue alcanzando la forma más perfecta del universo: el círculo. Del mismo modo, en las primeras aventuras era castaño, y sólo a partir de Asterix y los godos, empezó a volverse pelirrojo).

En aquella primera historieta, Asterix el galo, ya nos fueron presentados los principales personajes a quienes hemos acompañado durante tantas aventuras; el pequeño y fabuloso protagonista, cuyo nombre hace referencia al asterisco: la estrella pequeñita, pero que llama la atención; Obelix, el mejor amigo de nuestro héroe, enorme y colosal, y que no precisa volver a tomar poción mágica porque se cayó en la marmita cuando era pequeño, y los efectos de la misma son permanentes en él (los autores fueron interrogados en muchísimas ocasiones, y como a Goscinny no le gustaba dejar ninguna pregunta sin contestar, escribió un pequeño cuento titulado “Cómo Obelix se cayó en la marmita de poción mágica cuando era niño”. No, no voy a deciros cómo fue, es mejor que os lo cuente el propio Asterix, que es a quien Goscinny cedió la pluma en ese relato), Panoramix, Asuranceturix, Abraracurcix… pero, como aquí llegamos a un punto importante en el humor de éstas historietas, es mejor verlos de uno en uno. 

En las historietas de Goscinny, los nombres no suelen estar al azar, sino que cada uno encierra su significado, y es que otro gran acierto del genial guionista, fue crear un producto que hacía reír por igual a los niños con las peleas a puñetazos y las situaciones hilarantes, como a los adultos con los juegos de palabras, referencias culturales e históricas, etc. Desgraciadamente, no por nada sigue siendo Goscinny uno de los autores más temidos por traductores de todo el mundo, y con frecuencia los juegos de palabras no son fáciles de adaptar. Así, Asuranceturix (assurance tout risque), el bardo que opina de sí mismo que es genial mientras sus contemporáneos le critican con muy poca sutileza y no para de recibir golpes en la cabeza, debería llamarse “seguroatodoriesguix”; Abraracurcix, el valeroso jefe de la aldea que hizo la guerra en Gergovia y sólo teme que el cielo le caiga sobre la cabeza, sería “abrazopartidix”… Otros nombres sí se han adaptado correctamente en la traducción, como Esautomatix, el herrero, u Ordenalfabetix, el pescadero.

Volviendo a aquélla primera aventura, Goscinny nos pone en situación, dándonos un contexto histórico y político, y contándonos que la pequeña aldea logra resistir al ataque de las legiones, pero nadie sabe cómo… Desde el campamento de Petibonum, hartos de ser humillados por los galos, deciden mandar a un espía, Calígula Minus, a comprobar la fuente de la fuerza misteriosa que los caracteriza. Minus, fingiendo ser un prisionero galo, es rescatado por Asterix y Obelix, y éstos, intentando ayudarle para que regrese a su hogar, le piden al druida Panoramix que le dé poción mágica. El espía la prueba y poco después, es descubierto cuando su falso bigote se desprende en un baile tradicional. Naturalmente, escapa a todo correr aprovechando sus fuerzas y regresa a informar a su jefe, Caius Bonus, quien decide de inmediato secuestrar al druida. Cuando Panoramix cae bajo las garras del invasor, Asterix decide ir a salvarle, a pesar de carecer ya de fuerza mágica. En su incursión en el campamento, se entera de los planes de Bonus, que consisten en aprovechar la poción mágica del druida para derrotar a Julio César y hacerse con el trono del imperio. Cuando Asterix encuentra la tienda en la que tienen al druida, le cuenta lo sucedido e idean un plan para escapar. Bonus, incitado por Asterix, tortura a éste, pero apenas le han atado a la mesa, el pequeño galo grita de desesperación y Panoramix accede a preparar poción mágica, y desde luego que prepara una poción mágica… pero no la que desea Caius Bonus, sino una prodigiosa loción capilar que hace que cabellos y barbas crezcan a una velocidad desenfrenada.

Si bien todo el álbum es divertidísimo, uno de los momentos verdaderamente geniales de la historieta se produce cuando Bonus, con el cabello y la barba anudados para evitar pisárselos al andar, se dirige a intentar negociar con la pareja de galos y Asterix no deja de hacer alusiones capilares “¿Tomarte el pelo yo? ¡Seguro que vienes con una proposición descabellada? Mira que la ocasión la pintan calva… ¡Se puede ir por lana y salir trasquilado!”, mientras el centurión se desespera y Panoramix se descuaja de risa por los suelos. 

Huelga decir que las aventuras de Asterix tuvieron un éxito arrollador, y muy pronto su fama trascendió las fronteras; en España empezó a ser publicado por entregas a principios de los años sesenta en las extintas Gran Pulgarcito y poco tiempo más tarde en Mortadelo. Asterix ha triunfado en toda Europa, en América latina y hasta en Asia… pero donde nunca cuajó, fue en América del Norte. 

Muy pronto, Goscinny tuvo que limitar sus colaboraciones, pues el éxito de Asterix hacía imprescindible dedicar más horas a él. Asterix y Obelix han estado en Córcega, en Gran Bretaña, en Hispania… cada álbum está plagado de guiños e inteligentes juegos en los que Goscinny llama la atención del lector en todo momento. Así, el protagonista corso Ocatarinetabelachitchix, recibe su nombre por una canción y tiene muchas similitudes con Napoleón; en Bretaña aparecen los Beatles, en Hispania Don Quijote y Sancho…. Y mención aparte merece el tomo La vuelta a la Galia, en el que hizo aparición por vez primera el perrito más simpático del cómic, que yo lo siento mucho por Milú, pero es cierto: Ideafix. 

En la citada historieta, el prefecto Flordelotus llega al campamento de Petibonum con órdenes estrictas de César de aplastar la aldea gala. Naturalmente, esto no se hace igual de fácil que se dice, y la derrota romana es sonada, pero Flordelotus decide entonces aislar a la aldea mediante una empalizada. Obviamente, los galos se indignan y hacen una apuesta con el prefecto: saldrán de la aldea a pesar de la empalizada, y darán una vuelta alrededor de la Galia, traerán una especialidad culinaria de cada región que visiten y le ofrecerán un banquete con ellas, para así probarle que no le han mentido. Ya en Lutecia, mientras compran un jamón (“un jamón entero, pero no lo corte muy fino”), un perrito que hay en la puerta de la charcutería se queda mirando a Obelix, y cuando la pareja de galos parte de nuevo, el simpático animalito les sigue, y lo seguirá haciendo durante toda la aventura (de ahí su nombre, idea fija, Ideafix). Será al final de la aventura, y en segundo plano, cuando el pequeñín aborde a Obelix con un sonoro ladrido y éste le acaricie y le dé un hueso, que el perrito mostrará muy orgulloso, guiñando un ojo al lector. A lo largo de las historietas, Ideafix también irá cambiando y haciéndose más estilizado, pero en esas primeras apariciones, era un clon canino de Obelix, al punto que, en la historieta inmediata, El combate de los jefes, cuando el druida pierde la razón después de que le caiga un menhir encima, cuando ve a Obelix y le da un ataque de risa diciendo “¡Éste gordo sí que es gracioso de verdad!”, no es sólo Obelix quien mira a todas partes diciendo “¿Un gordo? ¿Qué gordo?”, Ideafix también lo hace. 


Además de las historietas que, en entregas semanales iban saliendo en Pilote, Goscinny y Uderzo hacían con frecuencia otras historietas temáticas para la revista, como la vuelta al cole gala (donde Asterix y Obelix han de ir cazando a los niños uno a uno para llevarlos a la escuela, porque ninguno quiere que se les terminen las vacaciones), o un delicioso especial navideño en el que el tímido Obelix, colocándose bajo el muérdago, intenta conseguir un beso de su adorada Falbalá… Este tipo de historietas, al ser independientes, no podían encontrarse en España, pero fueron recopiladas en forma de álbum hace pocos años, bajo el título Lo nunca visto.

Aventura tras aventura, Asterix nos lleva a conocer el mundo dentro y fuera de su aldea, y finalmente, en Bélgica, en el año 1977, Goscinny nos dejó para siempre. Pereció en una prueba de esfuerzo durante un chequeo médico, cuando la aventura Asterix en Bélgica todavía estaba en cajas y no había sido publicada. El mundo del cómic en general y el de la aldea gala en particular, crujieron ante la noticia, y el pequeño galo estuvo a punto de morir con su creador, pero Albert Uderzo decidió continuar las aventuras en solitario, lo cual fue muy loable de su parte, pero es preciso indicar también que sus guiones dejaron dolorosamente clara la importancia de Goscinny en el trabajo conjunto.
Ya en vida de René, las aventuras de Asterix fueron llevadas al cine con Asterix el Galo, y Asterix y Cleopatra, y más tarde se adaptaron Asterix en Bretaña, Asterix y la sorpresa del César (que combinó los álbumes de Asterix legionario y Asterix gladiador y que es, a mi parecer, la mejor de las adaptaciones animadas), El golpe del menhir, Asterix en América y muy recientemente, Asterix y los vikingos (adaptación de Asterix y los normandos). Fue a principio de la década de los noventa cuando se empezó a coquetear con la idea de adaptar a los galos a imagen real, idea que finalmente vio la luz en 1999, en Asterix y Obelix contra César, con Gerard Depardièu en el rol de Obelix y Christian Clavier como Asterix, además de contar con Roberto Benigni como Detritus, el villano. Argumentalmente, la película no era gran cosa, pero visualmente era un calco mimado hasta el detalle y tenía buenos puntos de humor que la hicieron no sólo pasar, sino contar hasta la fecha con tres secuelas, Asterix y Cleopatra (a mi juicio, la peor de la saga, aunque eso no quiere decir que me disguste), Asterix en los juegos olímpicos (un impagable Alain Delon haciendo el mejor Julio César hasta la fecha y un genialísimo Benôit Poelvoorde en el papel de Bruto. Para mi gusto, el mejor villano en las entregas cinematográficas, por no hablar de la intervención de nuestro Santiago Segura como el doctor Mabuse), y actualmente en las carteleras, Asterix y Obelix al servicio de su majestad. 

Actualmente, los álbumes de Asterix se encuentran en suspenso desde la última entrega, El cielo se nos cae encima, álbum que generó tanta expectación como desilusión, y que después de leerlo casi me dieron más ganas de llorar que de reír, y mira que Asterix y Latraviatta ya era poco salvable… El propio Uderzo ha anunciado su retirada y el futuro de Asterix, es una incógnita a día de hoy. Si nadie lo recupera, dejará el mundo del cómic para pasar al del coleccionismo, como le sucedió a Tintin tras la desaparición de Hergé, pero seguir sacando cómics al nivel de calidad actual, con todo mi agradecimiento para Albert Uderzo por su titánica labor…. pero no es algo que aquéllos que nos criamos con la aldea de los irreductibles, deseemos ver. Mientras el tiempo nos dice qué sucede con nuestros héroes, quedarán para siempre en la Historia del Humor gráfico las frases divisa como “¡No, tú no cantarás!”, “Recuerda que te caíste en la marmita cuando eras pequeño”, y por encima de todas ellas, tan emblemática como los mismos laureles del César… “¡Están locos estos romanos!”