Del 10 al 12 de mayo hemos tenido en la capital de España uno de los
mayores eventos relacionados con el manga que se realizan en este país.
El Expomanga, que celebraba su duodécima edición en el Pabellón de La
Pipa, es un evento, para el que no lo conozca, que reúne a todos los
otakus madrileños y de cercanías, o incluso de otras partes de España o
del mundo, en un encuentro en el que se celebran varias firmas por
autores importantes del panorama, tanto nacionales como internacionales,
presentaciones de obras, juegos por parte de distribuidoras importantes
del tipo Nintendo o Namco, conferencias y concursos, como el de
cosplay, que reúne a una cantidad ingente de participantes.
Este
año hemos tenido el orgullo y placer de tener entre nosotros al llamado
"tridente" por parte de la organización, a tres artistas japoneses de
gran calidad, que no son otros que Terada Katsuya, ilustrador de fama
mundial reconocida; Yasuhiro Nightow, autor de Trigun, entre otros
mangas; y Hideo Baba, productor de videojuegos tales como Tales of. Al
plantel de autores internacionales se unían otros españoles traídos por
las propias editoriales, como los chicos de Babylon, encargados este año
de realizar el cartel: Marta Nael, Henar Torinos y Daniel Alarcón;
autores de la editorial Nowe Volution como Javi Cuho, Van Durán, Kaoru
Okino o Manu López; y por EDT como Noiry, Angye y Simon o el Studio
Kôsen, entre MUCHOS otros que no puedo aquí nombrar por falta de
espacio, pero que son los que le dan, junto a los visitantes, vidilla al
asunto.
Visitamos también las exposiciones que tenían montadas, no
excesivamente grandes como en otros eventos (servidora empieza a ser una
descreída, eso pasa por ver tantas cosas y tener la edad que tiene
una), pero se nota la voluntad de trabajar y la ilusión puesta.
Destacamos la exposición del cartel de Expomanga, con varios originales
de los autores del mismo; la exposición de "Animando nuestras tardes"
fue especialmente conmovedora, con cells originales de series como
Crayon Shin Chan, Campeones (Captain Tsubasa) o la Abeja Maya, que
hicieron que el corazón de la corresponsal latiera con la emoción del
pasado. Importante e interesante fue también la exposición de Goseki
Kojima, autor conocido en España especialmente por "El lobo solitario y
su cachorro", que incluía originales de varias de sus obras.
Como
no todo iban a ser flors i violes, que dicen en mi tierra, el evento
tiene, evidentemente, su parte negativa. Se ha estado hablando mucho
últimamente, a posteriori del Expomanga, de las ingentes colas que
habían para entrar. Y cuando digo ingentes es probable que me quede
corta, porque el sábado, el día de más afluencia, las colas casi salían
del recinto, bajo un Sol de justicia, que ponían a prueba a los otakus
más aguerridos. En el interior, el ambiente no era tampoco de lo más
halagüeño, donde el recinto de La Pipa nuevamente se queda pequeño. Y
esto obra y gracia del ayuntamiento de Madrid, que no le ha salido de
las narices habilitar otros recintos para este evento. Parece ser que el
tema de la cultura es algo que no importa, porque total, ¿Qué son
100.000 frikis? nada comparado con los que pagan 30€ por una entrada
para ir a emborracharse en fiestas multitudinarias o van a ver el
fútbol. Está clara la intención de destrozar lo poco que queda de
cultura en este país, pero como soy una persona positiva, espero, deseo y
anhelo que el año que viene rectifiquen y apuesten por este tipo de
iniciativas que movilizan a tanta gente, sobre todo vía internet, y que
conviertan a Madrid en lo que tendría que ser, un referente en cuanto a
estos salones. Pero si el gobierno no deja de poner trabas al asunto,
mal vamos. Pero está comprobado que esto es así en Madrid y en todas las
partes del resto de España. Aquí la nota negativa se la lleva el
ayuntamiento, como no.
Otro problema, y muy gordo, del cual
adolecen tanto el Expomanga como el Expocómic es su imposibilidad de
crear competencia con los otros dos grandes salones de España, esto es,
los dos salones de Barcelona, tanto el del cómic, que fue en abril, como
el del manga, que será a finales de octubre. Expomanga paga el pato de
tener el Salón del cómic de Barcelona tan cercano, ya que todas las
editoriales españolas apuestan por esa fecha, y no es para menos. Es
decir, se dejan todo el dinero para el salón catalán en sacar obras o
traer autores importantes y luego reservan los restos para el del manga.
Las editoriales, y más en tiempos de crisis, tienen que apostar
claramente sus fichas por aquellas casillas que más resultados les van a
dar y los salones organizados por Ficomic se llevan la palma, por
asistencia (aunque no quede muy lejana la afluencia de los de Madrid),
por espacio (la Fira de Barcelona es chorrocientas veces más grande que
La Pipa) y por los autores, especialmente los extranjeros, aunque aquí
vamos a romper una lanza a favor de la AEAC y es que al menos a nivel de
prensa son infinitamente más justos y organizados. Batallar contra
estos dos titanes de los eventos del mundo del cómic no es sencillo y
más si el gobierno local no colabora.
En resumidas cuentas, bien
por la organización, que con pocos medios hace algo decente, mal por los
del gobierno, por poner trabas y ánimo a todos los otakus madrileños,
que juntos podremos hacer que el Expomanga siga para adelante muchos
años más.
El Expomanga visto por Dita
Uno llega al
Expomanga en el Metro. Y con esto no es que yo haga publicidad del
transporte público, sino que quiero decir que antes de llegar
físicamente al Expomanga, en el Metro ya estás en él, cuando ves a un
montón de viajeros con atuendos diversos, pelucas rosadas y cartelitos
de “abrazos gratis” (En ésta edición he visto una simpática variante:
“Si me abrazas, mato a un cani”. Me emocioné hasta las lágrimas…).
Ya en el recinto, lo primero que se ve es una cola inmensa, interminable, larguísima, uno se cansa de sólo verla, y entonces es cuando una vocecita te dice al oído “pase prefereenteeee…”, y te tienes que contener mucho para no poner sonrisa maquiavélica.
He de reconocer que yo era sólo la tercera vez que iba, y la segunda que entraba, así que todo me parecía muy grande y muy espectacular. Los stands de cómics, llenos de camisetas y mercadotecnia me llamaban… con la misma potencia que la marea humana me impedía responder a esa llamada. Fue una gran suerte que no llevase dinero suelto, porque me hubiera puesto a gastar pasta como si no hubiera mañana; eso sí, vi que en muchos de los puestos se aceptaban tarjetas de crédito, un gran acierto. Lo que sí daba mucha pena era lo malísimamente distribuido que estaba el espacio, con un montón de stands apelotonados al inicio, muchos otros que pasaban desapercibidos por que no estaban en primera línea, y una última zona completamente desangelada, que parecía el escenario de una película de zombis.
Tanto el paseo, como los cosplays (tanto los propios del Expomanga como los de los visitantes) me encantaron, y admito que me hubiera gustado estar más tiempo y gastar algo de dinero, pero mis pies protestaron enérgicamente. Lo agotador, no era el paseo en sí, que el recinto no tenía un tamaño excesivo, pero sí el hecho de “da dos pasos-párate diez minutos-da otros dos pasos-párate”. Salvando ese inconveniente, me encantó, si bien por poner una pega, me hubiera gustado encontrar (además de bancos…), más zonas interactivas, quiero decir estaba lo típico de maquillaje, pero me hubiera gustado ver más “dibujo en directo”, o caricaturas, o “tu nombre en Kanji”, o cocina, cursos rápidos, ikebana, té… algo, en definitiva más
cultural del contexto asiático y que ofreciese más posibilidades de ver, tocar y probar, y no solamente gastar.
En una palabra, bien, pero mejorable. O mejorable, pero bien.
Ya en el recinto, lo primero que se ve es una cola inmensa, interminable, larguísima, uno se cansa de sólo verla, y entonces es cuando una vocecita te dice al oído “pase prefereenteeee…”, y te tienes que contener mucho para no poner sonrisa maquiavélica.
He de reconocer que yo era sólo la tercera vez que iba, y la segunda que entraba, así que todo me parecía muy grande y muy espectacular. Los stands de cómics, llenos de camisetas y mercadotecnia me llamaban… con la misma potencia que la marea humana me impedía responder a esa llamada. Fue una gran suerte que no llevase dinero suelto, porque me hubiera puesto a gastar pasta como si no hubiera mañana; eso sí, vi que en muchos de los puestos se aceptaban tarjetas de crédito, un gran acierto. Lo que sí daba mucha pena era lo malísimamente distribuido que estaba el espacio, con un montón de stands apelotonados al inicio, muchos otros que pasaban desapercibidos por que no estaban en primera línea, y una última zona completamente desangelada, que parecía el escenario de una película de zombis.
Tanto el paseo, como los cosplays (tanto los propios del Expomanga como los de los visitantes) me encantaron, y admito que me hubiera gustado estar más tiempo y gastar algo de dinero, pero mis pies protestaron enérgicamente. Lo agotador, no era el paseo en sí, que el recinto no tenía un tamaño excesivo, pero sí el hecho de “da dos pasos-párate diez minutos-da otros dos pasos-párate”. Salvando ese inconveniente, me encantó, si bien por poner una pega, me hubiera gustado encontrar (además de bancos…), más zonas interactivas, quiero decir estaba lo típico de maquillaje, pero me hubiera gustado ver más “dibujo en directo”, o caricaturas, o “tu nombre en Kanji”, o cocina, cursos rápidos, ikebana, té… algo, en definitiva más
cultural del contexto asiático y que ofreciese más posibilidades de ver, tocar y probar, y no solamente gastar.
En una palabra, bien, pero mejorable. O mejorable, pero bien.
El expomanga visto por Sukowe
Expomanga,
uno de los pocos eventos sobre Japón que podemos disfrutar en Madridad,
cada año se convierte en un escaparate donde aspectos extranjeros
siguen acaparando sitio. ¿Qué hace el cómic americano allí?. Es algo que
nunca entenderé.
Así mismo, el recinto no me gustó nada, es demasaido "cutre". No obstante, el ambiente es genial.
Así mismo, el recinto no me gustó nada, es demasaido "cutre". No obstante, el ambiente es genial.
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